jueves, 7 de octubre de 2010

Feminicidio: La consecuencia más atroz de la violencia de género


El pasado año se registraron en Argentina cerca de 262 homicidios de mujeres, de los cuales 36 acaecieron en la provincia de Santa Fe. Entendidos erróneamente como crímenes pasionales, constituyen una problemática social en crecimiento, ¿cómo encontrar escapatoria a este fenómeno?

La violencia de género forma parte de una agenda colectiva configurada por problemáticas sociales con consecuencias devastadoras, y es el feminicidio uno de los resultados de este juego manipulador que parece acrecentarse con el paso del tiempo. En el año 2009 se registraron en Argentina alrededor de 262 homicidios de mujeres víctimas de esta situación y se torna difícil establecer las causas y motivaciones que impulsan al varón a sobrepasar los límites de su cordura; entonces, ¿cómo escapar a una situación tan extrema de abuso de poder?

El Instituto de Estudios Jurídico sociales de la Mujer (Indeso), entiende por feminicidio a la forma más aberrante de violencia hacia mujeres por cuestión de género. Se trata de una realidad de agravio generalizado donde el control y la dominación constituyen el contexto para una relación en la que, él y ella, no tienen acceso a las mismas libertades. Las estadísticas nunca son exactas, pero las aproximaciones son alarmantes: sólo en la provincia de Santa Fe se produjeron 36 feminicidios en el año 2009 y Rosario se consolidó como el escenario para el 71 por ciento de los casos. A esta situación se le suma un grave error de concepto donde no solamente se relaciona al feminicidio con una noción inexacta conocida como crimen pasional, sino que además se instituye a la mujer como única responsable de su padecimiento.

Noemí Chiarotti, coordinadora del Indeso, explicó al respecto que “en un crimen pasional, es justamente la pasión la que arrastra a cometer delitos que fuera de ese estado, no se cometerían”. Muy por el contrario, el feminicidio es una acción premeditada, la consecuencia visible de un problema mucho más profundo y la culminación de un ciclo de violencia excesivamente amplio. “Antes de ser asesinadas, las mujeres víctimas de feminicidio ya registran una historia reiterada de violencia”, sentenció Chiarotti con repudio hacia una percepción errada en la que el causal de terminar con la vida de una persona, es simplemente la pasión. La sociedad misma entiende a la mujer, no como víctima, sino como culpable. Es una sentencia moral que recae sobre la persona de ella como principal generadora de la reacción de él.

 Silvina Santana, representante del Área de la Mujer de la Municipalidad de Rosario, no dudó en recriminar estas determinaciones: “No es así”, aclaró para luego relatar una historia que se repite una y otra vez en la vida de cientos de mujeres; una secuencia de pasos a seguir donde el agresor empieza de a poco, menoscabando el espíritu, la conciencia, la autoestima, hasta que la víctima es anulada por completo. “La mujer se termina encerrando, aislando, porque el varón le prohíbe relaciones con su familia y sus amigos; por eso después es tan difícil reconstituir todos esos vínculos y salir adelante”, finalizó Santana sin antes enunciar que “la violencia es un delito continuado” que la mujer tiene derecho a no soportar.

Políticas Públicas y la policía

Argentina cuenta con la vigencia de la Ley 26.485 de violencia contra la mujer, existente desde 1997 y reglamentada el 19 de julio del corriente. La norma establece en su artículo 10 una serie de obligaciones a ser cumplidas: deberán realizarse campañas de prevención en todos los medios de comunicación; el Ministerio de Educación procurará tomar el problema de la violencia contra la mujer y la violencia familiar, y lo hará ingresar al currículo de todas las materias; la Secretaría de salud deberá capacitar a todos sus agentes en la detección y atención de mujeres víctimas de violencia familiar, entre otros. Sin embargo, y confirmando los reclamos de los diferentes movimientos feministas, la mayoría de estas políticas no son puestas en práctica y se alinean entre las muchas otras falencias que hacen al inestable funcionamiento del sistema de gobierno.

Norma Ríos, presidenta de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Rosario, describió que una correcta política de prevención requiere, primeramente, de la creación de un espacio exclusivo para aquellas mujeres que después de denunciar no cuentan con un lugar para vivir. La dirigente aseguró que “es necesaria una articulación entre sostenimiento psicológico y atención a la víctima, además de la contención a la familia y la cobertura del aspecto judicial”. Luego completó: “Mientras no haya una intervención del Estado que garantice la seguridad social del denunciante y de la familia, más la situación económica, de nada sirve generar políticas públicas”. Como si todo esto fuera poco las instituciones policiales poco actúan en detrimento de la violencia contra la mujer, e incluso existe un dato que resulta ser aún más inquietante: de acuerdo con un estudio realizado recientemente por la Defensoría del Pueblo, el 40 por ciento de los policías son hombres golpeadores. Es innegable reconocer las dificultades que se desprenden a partir de una temática de esta índole; al respecto Chiarotti añadió: “Los agentes gubernamentales, funcionarios y empleados, son parte de nuestra sociedad, por eso hay que trabajar en la educación para terminar con esto de dirimir los problemas mediante la violencia”.

La salida

Rosario responde, en lo posible, al llamado de auxilio de mujeres en situación de emergencia y es al Área de la Mujer de la Municipalidad donde llegan cantidad de casos con características diferentes. El espacio cuenta con una línea telefónica gratuita desde donde los ingresos son derivados a los distintos equipos interdisciplinarios, conformados por psicólogos, trabajadoras sociales y apoyo jurídico de acuerdo a las necesidades del proceso. En esta instancia lo más importante es poder detectar la real gravedad de la situación para conducir a la mujer a comprender que tiene derecho a vivir una vida libre de violencia. El Área de la Mujer cuenta con la posibilidad de albergar a las víctimas que, por razones económicas, no disponen de escapatoria alguna; una vez dentro del sector, la mujer es resguardada mediante medidas precautorias avaladas por la ley.

En la actualidad existen muchos casos de violencia familiar que todavía no han sido registrados. En gran parte de los casos la víctima no alcanza a comprender la gravedad de la situación e incluso se niega a recibir ayuda. La realidad es que las mujeres que llegan a los centros de ayuda son cada vez más vulnerables y se encuentran afectadas por numerosos factores que rodean esa fragilidad; no solo la violencia, sino también la pobreza y la situación de los hijos son algunos de los agravantes de un fenómeno social que requiere de un abordaje mucho más complejo y exhaustivo.