viernes, 21 de marzo de 2014

Moda hoy, mugre mañana

Excesivos en cuanto a producción y consumo, los artefactos electrónicos son también descomunales a la hora de contaminar, cuando entran en desuso. En una ciudad inserta en un país que carece de las herramientas legales y físicas para erradicarlos, el problema se acentúa en el marco de un futuro que se piensa desde el desarrollo sustentable.


Una de las problemáticas que genera mayor repercusión en el ámbito de la ecología, gira en torno a los residuos electrónicos. Masivos y excesivamente tóxicos, son la constante preocupación de un sistema que carece de estructuras para neutralizarlos y se convierten en el primer conflicto a solucionar, a la hora de pensar en la configuración de una sociedad sustentable.

En este contexto, el último informe sobre residuos electrónicos publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, determinó que “los países en vías de desarrollo se enfrentan a una montaña de residuos altamente peligrosos que provocarán graves consecuencias para el medio ambiente y la salud pública". Según el estudio, la venta de productos electrónicos en países como India, China, así como también el Latinoamérica, tiende a un incremente altamente pronunciado en los próximos diez años.

Por otra parte, el material no sólo remite a las consecuencias devastadoras de este exceso productivo, sino también al tratamiento que reciben una vez entrados en desuso. En China, por ejemplo, la mayor parte de los residuos electrónicos no se manipulan correctamente y el reciclado se produce a través de la incineración para recuperar metales de valor. Esta práctica libera columnas de contaminación tóxica de alto impacto y la recuperación de los metales es mínima.

Ante una realidad que se extiende a lo largo y ancho del mundo, la ciudad de Rosario no está exenta y son pocas las normativas que hoy rigen en pos de regular la situación. Mirko Moskat, representante del Taller ecologista, forma parte de una organización civil que contribuye a la comunidad mediante la defensa y promoción de un ambiente saludable. Es también uno de los pocos especializados en materia de residuos electrónicos.

La basura electrónica son todos los aparatos electrónicos que pasan al flujo de los residuos. Este es un fenómeno propio de los últimos 50 años, producto de que la durabilidad de los artefactos es menor por una cuestión de diseño y por el incentivo a tener aparatos más nuevos, aun cuando los viejos siguen teniendo funcionalidad”, expresó Moskat al respecto. Y la situación es preocupante: según un estudio de Kantar Worldpanel, los argentinos cambian su teléfono celular en promedio cada 15 meses, una tasa de recambio conflictiva en términos de residuos y fabricación.

Pero, ¿por qué los recursos de elaboración terminan por implicar un problema? El ecologista explicó que “para fabricar un celular hacen falta materiales que provienen de ciertos lugares de África, donde la extracción está asociada a conflictos bélicos que han ocasionado miles de muertes”. Es por ello que el desecho no es la única arista del problema. El consumo de energía, las emisiones de gases con efecto invernadero, la producción de sustancias toxicas, son también elementos que intervienen en la elaboración del producto y determinan el impacto ambiental que éste representa.

Lo cierto es que los aparatos electrónicos poseen en su interior metales pesados y otros compuestos orgánicos, que tienen diferentes efectos en los ecosistemas y en la salud de las personas. “Normalmente están contenidos en el aparato, pero cuando estos pasan a ser un residuo y el equipo termina en un basural o en un relleno de poco control, dichas sustancias se liberan”, aseguró Moskat.  

Momentos después advirtió que cuando se produce la quema en los basurales, las sustancias propias de los desechos electrónicos se liberan en forma de gases que recorren distancias enormes. Los tóxicos pueden encontrarse tanto en el aire de la zona, como en cursos superficiales de agua o napas subterráneas (a causa de los líquidos que ahí se filtran) o en los suelos, afectando a vegetales y frutos.

Para contrarrestar esta situación, desde la Municipalidad de Rosario se viene llevando adelante la iniciativa Rosario Más Limpia, un programa integral donde la higiene urbana adquiere relevancia estratégica y se hace foco en la calidad de vida, los procesos de recolección y el procesamiento de los desechos urbanos. En el marco de esta propuesta y desde el año 2010, se implementa en la ciudad el programa Separe, cuyo objetivo es facilitar la recolección diferenciada de los residuos informáticos y someterlos a su adecuado tratamiento ambiental.

El director general de Desarrollo sustentable, Miguel Ángel Cinquantini, dijo en este sentido, que existe la necesidad de tratar estos residuos de manera diferenciada, es por ello que se alienta a la comunidad a llevar sus desechos informáticos a los diferentes puntos de acopio. “La campaña se realiza todos los meses. El último viernes de cada mes se pueden acercar los equipos en desuso a cualquier Centro de Distrito, de 8.30 a 12 hs. El último sábado, la colecta se realiza en Montevideo 2852 de 9 a 17”, expresó el funcionario.

Aclaró también que se reciben elementos como notebooks, teclados, monitores, mouses, parlantes, impresoras y cables, entre otras cosas y aseguró que la campaña fue creciendo a través de los años y con la difusión. “Del año pasado a éste año ha aumentado un 20% la cantidad de residuos recaudados y este año esperamos volver a superar ese porcentaje”, agregó.

La basura electrónica recogida en los puntos de acopio, es enviada a posteriori, a una empresa habilitada para dar al material el tratamiento oportuno. Es importante destacar que sólo se reciben residuos informáticos y no otro tipo de residuos electrónicos, porque los compuestos de este tipo de desechos son asistidos con un procedimiento en particular, propio a las características de los mismos.

Sobre el vacío legal que existe en Argentina, en torno a esta situación, Cinquantini dijo que “si bien no hay todavía una ley a nivel nacional que regule la producción y tratamiento de la basura electrónica, más allá de las leyes, es importante incorporar el reciclado en la agenda cotidiana del ciudadano común y hacer campañas para seguir trabajando en ello”. En materia de ecologismo, habló también de otras actividades que se llevan a cabo siempre con el apoyo de la ciudadanía.

“La gente puede llevar otros materiales a los Centros de Distrito, como pilas botón o recargables que luego son destinadas a un relleno aislado. Se está construyendo también una planta de compostaje, donde la idea es reservar al lugar una porción de residuos orgánicos para que sean compostados y evitar así que esos residuos sean llevados al relleno sanitario”, destacó.

Poco después dijo que actualmente se llevan adelante propuestas que incluyen al sector gastronómico mediante la recolección de aceites usados para hacer biocombustible. Y en materia de residuos sólidos urbanos, existen tres modalidades para el reciclaje: el ‘puerta a puerta’, donde personal municipal retira los residuos separados, los centros de recepción y las islas en las calles. Esta última busca ser reforzada a partir de la licitación de una nueva empresa para la higiene urbana, triplicando así, la cantidad de islas de separación en la vía pública.

La ONU estima que el mundo produce unas 50 millones de toneladas de basura electrónica por año. De acuerdo con lo expuesto por la Cámara Argentina de Máquinas de Oficina, Comerciales y Afines, alrededor de 66 mil toneladas de equipos eléctricos y electrónicos no tienen utilidad y se encuentran aglomerados en depósitos, casas y oficinas. Por si esto fuera poco, un informe de Greenpeace revela que en la Argentina cada habitante desecha 3 kilos por año, es decir, 120.000 toneladas anuales de basura electrónica.

En este contexto, la realidad de Rosario, la República Argentina y tantos otros países, es la carente infraestructura al momento de tratar y recuperar este tipo de residuos. Incluso son escasas las empresas que procesan y exportan los desechos electrónicos. El Taller Ecologista trabajó desde 2008 con distintas organizaciones, con el objetivo de aprobar una ley en el Congreso que obligase a las empresas a asumir cierta responsabilidad frente a los residuos que producen, pero la discusión fue aplacada y perdió estado parlamentario.

“El proyecto tuvo una discusión larga, se aprobó en el 2011 en el Senado, en 2012 se trató en Diputados y fue aprobado en dos comisiones. Faltaba una tercera cuando, a último minuto, se frenó porque bajó una órden del Ministerio de Industria. No se dijo explícitamente, pero se trató claramente de una movida del oficialismo y se sabe que además hubo un lobby de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos para que no se sancionara”.

Las palabras de Moskat remiten a una realidad que se repite en distintas áreas de la justicia Argentina y mientras tanto, la responsabilidad de la empresa termina en la garantía. No hay responsabilidad por el residuo de su producto ni por los impactos de la producción. “El enfoque de responsabilidad de productor, que ya se aplicó en otros lugares, sería una solución de fondo, porque los estados no pueden correr detrás de cada producto que a la industria se le ocurra sacar al mercado. No tiene la capacidad técnica, económica y no le corresponde”, culminó.

¿SABÍAS QUÉ...?
PARA TENER EN CUENTA

Marcas en la piel

El valor de los tatuajes desde la mirada de sus creadores: Alejandro Martin y Tincho Bartolomeo son hacedores de marcas eternas, permanentes e indelebles. En el contexto de una sociedad todavía reticente, se atreven a contar el otro lado de una realidad criticada y para muchos desconocida.




Oriundo de culturas de otros tiempos, fiel representante de creencias, sentimientos y pasiones. Para muchos es la magia de una obra dulce y eterna, para otros, puro exhibicionismo. Lo cierto es que más allá de cualquier apreciación, el tatuaje se convierte en un símbolo indeleble del paradigma social actual y, cada día más, destruye los límites ideológicos en pos de más y mejor aceptación.
                
A los ojos del mundo, continúa despertando sensaciones encontradas, pero… ¿qué implica un tatuaje desde la perspectiva del tatuador? Artista enamorado del oficio de crear una obra tan propia como ajena, es el más capacitado para explicar la real esencia de lo perpetuo, porque con él resucita lo hermoso de una práctica, severamente criticada.
                
“En el año ’95, cuando me hice mi primer tatuaje, no estaba muy bien visto. Se lo relacionaba con la delincuencia y para nada con el arte”. Alejandro Martin, más conocido por todos como Ale Chopper, supo desde el comienzo que quería ser tatuador. Su amor por el dibujo y la intriga adolescente que lo ceñía en torno a los tatuajes, eran la prueba viva de que su destino estaba atravesado por la aguja y por la tinta: “Un día, después de mucho insistir, mi papá me contó cómo él había tatuado a sus amigos. Obviamente después me dijo que ni me ocurriera hacerlo, pero a los 15 años experimenté conmigo mismo”.
                
El sufrimiento no importaba, la temprana edad tampoco, sólo interesaba la seguridad de hacer algo que realmente se desea. Ale ató dos agujas con un hilo y con tinta china, inmortalizó aquel año con un diseño tan único como irrepetible. “En 1998 me hice una máquina casera con el motor de un grabador y tatué a algunos de mis amigos, pero era todo tan precario que lo dejé. Años más tarde, en un viaje a la costa, decidí que cuando llegara a Rosario me iba a meter de lleno en lo que me apasionaba. Pasaron 8 años de eso y sigo eligiendo este estilo de vida”.
                
Y el oficio de tatuar parece despertar de forma temprana, en el alma de quienes lo ejercen. Para Tincho Bartolomeo fue la consecuencia de una fusión entre el trabajo independiente y una beta artística poco explorada: “Cuando estaba en el secundario, mi compañero Maxi me mostró un tatuaje que se había hecho, en esa época creíamos que era excelente. Así nos hicimos amigos y con el tiempo nos fuimos interiorizando en el tema. La vida nos estaba llevando por ese camino desde mucho antes de saber que queríamos vivir de esto”.
                
Hoy, Tincho es el maestro tatuador de Sweet Home y Maxi, su socio, experto en piercings y gran amigo. El cuerpo de Maxi es el lienzo que resguarda el primer trabajo de Tincho, la obra primogénita de un artista que lejos de concluir su carrera odontológica, eligió para su vida un medio de expresión. “A un mismo diseño se le pueden otorgar miles de significados, pero lo importante es la forma en que a cada uno lo representa”.

               
La pregunta es, ¿realmente la labor del tatuador implica un arte? “Así como los músicos o pintores expresan lo que sienten y vivencian en sus obras, un tatuaje expresa exactamente lo mismo, sólo que en lugar de usar un paño o una partitura, usa la piel. Todo lo que se haga con las manos y con sentimiento es arte”, dijo Ale sobre la actividad que ocupa el centro de su vida. Para Tincho sucede algo parecido: “Es el camino entre mi perspectiva sobre lo que el cliente quiere y cómo él pretende exteriorizarlo. Es un punto medio donde ambas miradas confluyen y el producto final no es ni todo mío ni todo suyo, sino que es el resultado de un acuerdo entre los dos. Eso, efectivamente, es arte”.

En un mundo por muchos desconocido, Bartolomeo vislumbra una relación casi íntima entre tatuador y tatuado. Quien maneja las agujas posee un uso estético mejor desarrollado que en otras personas, y al conjugarse con los valores que le imprime aquel que se dispone a sufrir por un diseño, la consecuencia es un material exquisito. “Creo que las personas asumen el dolor, no como un objetivo del tatuaje, sino como una parte del proceso. Algunos dicen que sin dolor no tiene gracia, para mí si duele menos, mejor. Lo importante es que el diseño quede lindo, el tatuaje bien hecho y el cliente conforme”, mencionó.
                
Por otra parte, existen también diversas apreciaciones respecto de las expresiones y conceptos a transmitir por intermedio del tatuaje. Alejandro sostiene que lo mejor es que surja a causa de algo, que valga: “Para mí tiene que tener un motivo, algo que te haya pasado en la vida tanto bueno como malo, que te permita dejar plasmada para siempre esa experiencia. O que represente algo que te pasa, que deseás o que te gusta. Para la gente es expresión y por eso la sociedad lo mira con más aceptación ahora que antes”.
                
Porque sí, es evidente que las rígidas y arcaicas estructuras de un sistema pasado de moda, comienzan a desbaratarse, a perder solidez. Tincho aborda esta cuestión en un reconocimiento hacia programas televisivos que, gusten o no, lograron una apertura en la mentalidad de las personas e hicieron posible un conocimiento más profundo del entorno del tatuaje. “Había una gran distancia entre lo que se creía y lo que realmente era, por eso lo que pasa hoy está bueno”, pronunció.
                
Pero, ¿cuáles son los recaudos que las personas deben tomar a la hora de hacerse un tatuaje? Ale Chopper recomienda prestar especial atención a la higiene del espacio de trabajo: “Es muy importante que se fijen en que todos los materiales que se utilicen en el proceso, sean descartables y estén correctamente esterilizados. Como debe ser”. A posteriori retomó la idea de un vínculo entre ambas partes para el intercambio de ideas y un resultado sensacional: “Siempre invito a que se fijen en los trabajos de los tatuadores, porque cada uno tiene su propio estilo. Una charla previa al trabajo siempre es una buena opción”, culminó.
                
El propósito de esta nota es permitir el descubrimiento. No se pretende modificar la ideología de nadie, mucho menos convencer a los reacios de los beneficios del tatuaje, sino  y simplemente, dar a conocer. En el diálogo con este par de seductores, amantes del trazo y los colores, se despuntan los anhelos de una comunidad reflexiva y más tolerante.

“El que no le gusta y no quiere hacerlo merece ser respetado, como también merecen ese mismo respeto los que sí son afines al tatuaje. Yo acepto tu opinión y quiero que vos aceptes la mía”. Las palabras de Tincho aspiran un mundo donde las diferencias sean aplaudidas en lugar de señaladas, y exigen que las manifestaciones artísticas de diverso origen y procedencia, sean reconocidas como tales.

Finalmente, sólo queda por rescatar que “cuando uno decide tatuarse, es porque hay cosas en su vida que ya resolvió” o al menos eso es lo que el referente de Sweet Home, quiere creer. Es indispensable analizar muy bien la decisión y priorizar la calidad por sobre el precio, porque como bien lo expresó Bartolomeo, “el tatuaje es un lujo, no una necesidad”. Por su parte, Alejandro coincide con su par en que definitivamente, esta actividad se resume en una carrera tan gratificante, como hermosa.  

CONTACTO:
·         Alejandro Martin: ale.chopper@facebook.com
·         Tincho Bartolomeo: Sweet Home Tattoo y Piercing. San Martin 843, local 15
  
UN POCO DE HISTORIA
DISEÑOS POPULARES

Él acaricia las cuerdas

Lujo internacional: El pianista Eduardo Delgado en su Rosario natal


La tarde de aquel 6 de junio asediado por el frío, amenazaba serena llegar a su fin y en el centro de la enorme sala del ex Banco Nación, reposaban las cuerdas a la espera del músico. Porque un piano de cola en soledad no es más que un simple instrumento, pero abrazado a las manos de Eduardo Delgado, es el arte mismo en su máximo esplendor.
                
Pasadas las 19, las sillas comenzaron a escasear. Y claro, el espacio era poco para tamaña figura. Rosarino por herencia y elección, la audiencia demandaba la presencia de un pianista de sensibilidades exquisitas. Docente, pedagogo y músico magistral, esa noche estaría allí, edulcorando las almas y transportando al público hacia un planeta majestuoso de melodías, matices y colores.

En el marco del ciclo “El piano y su música”, el Espacio Cultural Universitario perteneciente a la UNR, fue sede para el encuentro. Enormes columnas de mármol revestían el lugar enardecido por un tumulto de personas ansiosas, que atraídas por la belleza de un acorde, aguardaban a la espera de un ser capaz de emocionar hasta al hombre más frívolo.

“Para nosotros es muy importante traer a Eduardo a este lugar rescatado y renovado. Este edificio estaba cerrado y ahora que la universidad lo tiene para sí, lo estamos haciendo trabajar”. La voz de Marta Inés Varela, directora del ECU, manifestaba un deseo puro en pos de promover el arte, y de la mano de conciertos, muestras fotográficas y conferencias, el sueño estaba en camino a concretarse. “Queremos lograr que la gente entre y que eso ocurra nos hace felices”, proclamó.

Alrededor de quinientas personas recibieron entre aplausos a uno de los hijos más célebres de la ciudad. Galardonado por la UNESCO y declarado ciudadano ilustre de Rosario, ingresó a la gran sala enmarcado por un público deslumbrado que permanecía de pie ante su persona. Su madre, Amelia, participó activamente en su formación musical y una amorosa mención a ella fue la introducción elegida por el virtuoso para romper el silencio.

Minutos después, confesó la belleza inmensurable que le generaba su lugar en el mundo. Porque para él, Rosario es la hermosura del hogar, su familia, los amigos y una vieja Escuela de Música de la que es egresado y que guarda en lo profundo de su corazón.

A pesar de su tiempo fuera y de las lenguas extranjeras que ahora rigen su vida, Delgado parecía sentirse cómodo en un suelo que lejos estaba de parecerse a los increíbles escenarios del mundo. “Este sitio es maravilloso, es muy importante que pertenezca a la Universidad y tenemos que acompañarlo”, dijo sobre el edificio de peatonal San Martín 750.

Inició entonces el concierto embelesando a hombres y mujeres. Obras de Chopin, Bach y Mendelsohn configuraron un repertorio cautivador, donde el deleite estaba garantizado. Entre la gente, una dama de pupilas transparentes ocultaba sus lágrimas en la madurez de sus arrugas. Del otro lado, un hombre rubio y de cuerpo escuálido, dibujaba las notas en sus labios y un niño de pocos años se adormecía sereno en el regazo de su madre. Todos estaban presentes, pero ninguno estaba ahí, se habían ido hipnotizados por algún acorde.

Entre una y otra obra, Delgado deslizaba una reflexión armoniosa, señalando y descubriendo en cada melodía. Para sorpresa de muchos, se dio el lujo de tocar una versión del clásico The man I love, de George Gershwin y se reservó para el final, una interpretación esplendorosa del Libertango de Astor Piazzolla. La mejor elección para el mejor momento de la noche.

La destreza en sus dedos denotaba la genialidad de un hombre único en su especie, que en una hora y 15 minutos de concierto supo maravillar a conocedores y desinformados. Impulsando a las audiencias a seguir participando de un ciclo que se llevará a cabo durante todo el 2013, le dio vida a un Yamaha C7, hasta entonces dormido, sembrando cultura y pasión por las teclas.

Sin partituras
                
La voz del gran genio no podía quedar relegada a una simple interpretación de terceros. Miles de palabras tiene por decir, casi tantas como las obras que le quedan por tocar…
Tiene la particularidad de tocar sin partituras.

No puedo tocar con música porque no puedo entregarme sentimental y musicalmente. Cuando tengo la música enfrente siento una barrera entre lo que hago y lo que quiero expresar. Con la libertad de la memoria puedo inmiscuirme más en la obra. Hay obras que me costó mucho aprender, con la partitura delante las podía tocar y aunque sin ella es difícil, pienso que si no la sé de memoria, directamente no la sé.

¿A qué lugares lo traslada la música?

Cuando toco no estoy en el lugar, estoy con la música. Estoy en el mundo de Chopin, en el de Mendelson. Siento mucho la música y sufro mucho con cada nota. Los estudios de Chopin, por ejemplo, me duele tocarlos. Con El Océano o Revolucionario pienso en el sufrimiento del compositor o en lo que yo estoy sintiendo y me concentro para poder trasmitir lo que tengo adentro. Descubro la naturaleza en la música.

Lo llaman “el hombre de los mil colores”, ¿qué opina de eso?

Creo que es por estar metido en la obra y siempre tratando de expresar lo que siento. Yo siempre les digo a mis alumnos que cada nota tiene un sentido musical y una intensidad, por lo que ninguna de ellas debe ser desperdiciada. Cada nota es como un ser humano al lado del otro, todos somos importantes. Cada acorde representa los sentimientos que puede tener cada uno y eso es lo importante. Yo sufro con la música, pero también disfruto con ella y creo ese es un don hermoso que Dios me ha dado.

¿Cómo definiría esta noche, acá, en Rosario?

Muy emocionante. Me encantó poder reencontrarme una vez más con el rosarino y que la gente pudiera venir sin tener que pagar; se llegaron abiertamente por el placer de escucharme. Sé que todos los que estuvieron esta noche querían estar conmigo y no fue un compromiso para ellos. Yo me doy cuenta cuando el público está conmigo, porque si no están no puedo darme emocionalmente y hoy me entregué.   

Cáncer de cuello del útero: El enemigo silencioso

Se trata de una enfermedad frecuentemente asintomática que afecta a mujeres jóvenes y en edad reproductiva. Es el segundo tipo de cáncer más habitual en la mujer y tiene cura, siempre y cuando la situación se detecte a tiempo. En pos de responsabilidad y conciencia sobre nuestra propia salud…
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En el sistema social argentino, como en tantos otros, existe la creencia de que la mujer es el bastión fundamental de toda familia. Primero madre, después ama de casa y esposa, y en la actualidad libre e independiente. Es ella la que se instala frente al mundo como una especie extraña de súper humano, capaz de hacer mil cosas a la vez  y de una  forma tan resolutiva como eficiente. ¿Qué sería del mundo si las damas no existieran? La respuesta es incierta, pero la realidad es que son tan imprescindibles para el resto, que a veces, olvidan cuidar de ellas mismas.


La Organización Mundial de la Salud determina que el cáncer del cuello uterino es el segundo tipo de cáncer más frecuente en la mujer. Tal es así, que más del 80% de las muertes por esta causa, se registran hoy en países de bajos ingresos donde prácticamente no hay acceso a la detección y tratamiento de dicha enfermedad. En Argentina, todos los ciudadanos tienen acceso a la salud pública, sin embargo, alrededor del 45% de las mujeres del país, no acuden regularmente a sus consultas ginecológicas. 
            
Al respecto, la doctora Carina Molinelli (ginecóloga), explicó que el cáncer del cuello uterino, también conocido como cáncer de cérvix, afecta con mayor frecuencia a mujeres jóvenes y en edad reproductiva. “En la mayoría de los casos, es causado por el Virus del papiloma humano (HPV). Existen 64 tipos de HPV, algunos producen condilomas y verrugas genitales, mientras que los tipos 18 y 16 específicamente, se encuentran asociados al cáncer de cérvix”, expresó.

En este contexto, vale destacar que existen estadíos previos, lesiones asintomáticas que surgen mucho antes de la aparición del cáncer y que sirven como alerta, para evitar males aún peores. Reconocidas como Neoplasias Cervicales Intraepiteliales (CIN), en algunas oportunidades se retrotraen espontáneamente, aunque en gran mayoría de los casos, evolucionan con el paso del tiempo y si no se tratan terminan por convertirse en carcinomas. De acuerdo con el grado de evolución que presenten, pueden clasificarse en CIN 1, CIN 2 o CIN 3 y hoy también se los clasifica como CIN de bajo o alto grado.

La pregunta es, ¿cómo detectarlos? La respuesta es simple y la solución es una: Papanicolaou. Hoy en día, la necesidad de que la mujer tome conciencia sobre el cuidado de su propio cuerpo, es imperiosa. “El cáncer de cérvix sólo se puede prevenir mediante la realización de los estudios ginecológicos anuales y las vacunas contra el virus del HPV, incorporadas al calendario de vacunación obligatorio”, enunció Molinelli. Poco después destacó la existencia de dos vacunas, “una es cuadrivalente y cubre cuatro virus, mientras que la otra que es bivalente y tiene por finalidad evitar el cáncer”.

Sobre los tratamientos utilizados para combatir la enfermedad, la especialista recalcó que dependerán del estado en el que se encuentre la paciente y de cuán avanzada se sea la situación: “Si se detecta un CIN  de grado 1 o 2, el procedimiento más común es una cirugía en la que se extrae una porción del cuello del útero, que luego servirá como diagnóstica y terapéutica. A partir de allí el médico determinará si su dictamen es correcto o el problema es más profundo y requiere, por ejemplo, una histerectomía”.

Tal es la magnitud de una problemática que se extiende en mujeres de entre 30 y 40 años, que es imposible olvidar a aquellas que la padecen estando embarazadas. De acuerdo a lo expuesto por Molinelli, “siempre se aspira tratar a la mujer”. “Si su embarazo no llegó a cumplir los tres meses y tiene que someterse a tratamientos por radiación, por lo general se producen abortos espontáneos. Si la madre está de 6 meses, se trata de esperar a que el bebé nazca, para luego comenzar con el proceso”, determinó.

En conclusión, el sangrado, las secreciones vaginales y el dolor durante las relaciones sexuales, son algunos de los indicadores que te pueden estar diciendo que algo anda mal. Sin embargo, no te que olvides de que el cáncer de cérvix es, generalmente, un enemigo silencioso que ataca sin presentar ningún síntoma evidente. Como bien se resaltó a lo largo de esta nota, es primordial que te realices estudios ginecológicos de forma anual y constante. ¿O te vas a morir por levantar el teléfono y sacar un turno? Animate, hacer algo por vos, es también hacerlo por los que amas.




En primera persona: el caso de Adriana Gauna

“…Me hacía los controles todos los años, como siempre. Tenía puesto el DIU y mi vida era normal, construyendo mi casa, levantándola de a poco, con mi marido y mis dos hijos, Claudio y Facundo. Hasta que un día algo que no esperaba me atravesó con fuerza, algo salió mal. 

En uno de esos controles me pidieron realizarme una ecografía y por alguna razón, el DIU no estaba. En teoría lo había perdido, aunque eso era imposible, algo pasaba. Revisaron por todos lados, me mandaron una ecografía intravaginal y encontraron que el anticonceptivo se me había incrustado en una de las paredes del útero. Con los resultados del estudio en mano, regresé donde mi ginecóloga para retirar el elemento. Ella lo sacó y me ordenó un estudio y una biopsia. Fue ahí, donde empecé a vivir uno de los momentos más difíciles de mi vida, fue ahí donde el dolor y el miedo se aferraron a mi alma y se quedaron por un tiempo, demasiado largo para mi gusto. 

Los doctores descubrieron que tenía un CIN de tercer grado, importante, avanzado. Me hicieron nuevos estudios, más para completar la pila eterna que me escribía pesadillas al costado de la cama. La solución que me ofrecieron era una cirugía láser, con anestesia local, que secundaba todos los raspajes inútiles hasta el momento. Después de la primera operación salí del quirófano con la mente renovaba. Me habían quitado cerca de cuatro porciones de útero, porciones lesionadas del tamaño de aceitunas, pero quería pensar que pronto todo volvería a ser como antes.

Regresé a los pocos días, en busca de un control y los resultados pos operatorios. Ingresé al consultorio y la doctora no los tenía consigo; estaban abajo, en mesa de entrada. Baje a buscar el sobre y ante la curiosidad, lo abrí. Me recuerdo subiendo las escaleras del Sanatorio Delta, mientras leía la noticia más triste que podían haberme dado en ese momento. No había CIN, ya no lo tenía, de ninguna clase. Ahora, arraigado en lo profundo de mi cuerpo, se encontraba un carcinoma in situ…tenía cáncer.

Cuando arribé en el consultorio por segunda vez, la médica me estaba esperando con la puerta abierta. La miré a los ojos, desesperada y le pregunté: ‘¿Qué estás haciendo conmigo? Me arrancaste partes de mi cuerpo, me sacaste plata, me robaste tiempo e hiciste que viviera el dolor en carne viva’. Le dije que estaba jugando, le expliqué que si yo faltaba, mi marido podía encontrar otra mujer, que lo cuide y que lo ame. ¿Pero mis hijos? Mis hijos se quedaban sin mamá y eran ellos los que iban a sufrir. Ella no se daba cuenta de lo que estaba haciendo.

Me enojé tanto con esa mujer que el miedo y el dolor se confundían con el odio, la ira, la pérdida de esperanzas. Antes de todo, le había pedido que me vaciara, no quería renegar. Ella no quiso, dijo que era una mujer joven, que podía separarme, encontrar otra pareja, tener más hijos. Yo ya tenía a mis hijos y por su culpa podían salir lastimados. Decidió por mí y todo estaba saliendo mal. 

Le dije muchas cosas y me fui. Ese día estaba sola, destruida. Me acuerdo de mí en el estacionamiento, encerrada en el auto sin poder parar de llorar. El dolor era enorme y sentí que no podría manejarlo. Después lo llamé a Fabián, mi marido. Le conté que tenía cáncer y vino a buscarme. Trató de calmarme, firme como siempre, pero no lograba comprender que mi miedo no era yo, no era por mi vida, no me importaba si me abrían al medio, si me cortaban y me sacaban todo, no me interesaba. Mi miedo eran los chicos.

Después de eso, me tranquilicé y volví al sanatorio. La ginecóloga me prometió que si la segunda intervención no eliminaba por completo el carcinoma, me iba a vaciar y la única condición era que yo firmara un papel donde me hacía responsable por la decisión. Quería firmar ahí, ya, en ese momento, pero no fue necesario.

Cuando me estaban operando, la segunda vez, tenían que ponerme cerca de diez dosis de anestesia. Necesité sólo una. Ya no sentía dolor, no sentía nada, quería que terminen y lo único que me importaba y en lo que pensaba, era en mis hijos. Me retiraron algunos tumores más grandes que la primera vez, del tamaño de nueces, era más cantidad también. A partir de entonces y desde hace tres años, los estudios me dan siempre negativo, aunque rigurosamente, cada seis meses y  sin chistar, me someto una vez más a la serie de estudios que alguna vez me salvó la vida.

En teoría, lo que me pasó fue porque el DIU se me incrustó en el útero por una mala fuerza que hice y por mi experiencia, yo no lo recomiendo. Lo que sí quiero  decirles a todas las mujeres que pasan por situaciones similares, es que se apoyen siempre en sus familias, de ahí yo saqué la fuerza. A las demás, por favor, no dejen nunca de hacerse los controles…” 

¿QUÉ ES EL PAPANICOLAOU?
¡VACUNÁ A TU HIJA YA!

¡Grita Fuego!

La actividad del bombero voluntario es un servicio público regulado por la Ley número 12.969. Actualmente, se sostiene con el aporte de vecinos y diferentes entidades públicas y privadas, representativas de la ciudad. La tarea del bombero es una responsabilidad, pero también una pasión desmesurada por ayudar al otro, contribuir a la sociedad y salvar vidas.


En algún rincón de la Boca, allá por 1884, un inmigrante italiano reconocido como Tomás Liberti, combatió junto a sus vecinos un incendio voraz y de magnitudes insospechadas. En medio de las llamas se encontraba, mitigando el calor sólo con la fuerza de su voluntad y a baldazos de agua fría, cuando entendió que una simple y minúscula chispa podría ser capaz de destruirlo todo, reduciendo la vida a cenizas.

Fue entonces, que un 2 de junio plagado de necesidad y deseo, se consolidó el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de la Boca; el primero de los más de seiscientos cuarteles que hoy sobreviven a lo largo y ancho del país. Es en esta fecha memorable, donde se revive el Día del Bombero Voluntario Argentino, cuando se escucha también el rugir de los aplausos incontenibles para los enemigos del fuego, para los héroes de perfil bajo, para nuestros valientes bomberos…

En Rosario funcionan actualmente dos cuarteles: Zapadores, dependiente de la Unidad Regional II de Policía; y Voluntarios, una entidad civil sin fines de lucro compuesta por 57 miembros que trabajan ad-honorem. La actividad del bombero voluntario es un servicio público que, regido por la Ley 12.969, se sostiene con el aporte de vecinos y diferentes entidades representativas de la ciudad. Es una tarea, una responsabilidad, pero también, una pasión desmesurada por ayudar al otro, contribuir a la sociedad y salvar vidas.

El sistema de bomberos voluntarios, está compuesto por cinco compañías, cada una con un Jefe, un subjefe y un cuerpo activo de bomberos que pasan la noche en vela, a la espera del llamado que transforme lo apacible, en pura adrenalina. Ese lunes Gustavo Costanzo era la autoridad a cargo y las buenas energías del cuartel, atenuaban por completo las secuelas del frío.

Crónica de nuestro paso por el cuartel

Nos abrieron las puertas como si fuésemos viejos amigos y la magia comenzó poco antes de vislumbrar lo que en realidad implica ser bombero. Diseminados por el cuartel, doce activos se disponían a contarnos su historia, cuando el sonar de un teléfono embravecido, irrumpió en un pedido de auxilio que ninguno optó por ignorar. La vieja historia de un contenedor ardiente, movilizó al gentío que, lejos de aburrirse ante lo reiterado, partió rumbo al incendio, cual si fuera el último, el más importante. Los ojos de esos hombres y mujeres ardían, ardían por socorrer, por servir.

A su regreso, la yerba descansaba tibia en un mate tan delicioso, como lo que tenían por contar. “Elegí ser bombero porque me gusta ayudar a la gente, porque no es sólo asistir en un incendio, es mucho más que eso. Va desde bajar a un gato del árbol, hasta apagar el fuego en la casa de alguien y forma parte de la vocación que cada uno tenga”, expresó Costanzo con total humildad. Esa noche era el jefe, pero su trato para con los demás descubría una relación que más que laboral, era afectiva. Eran una familia.

Sorbió un trago de la infusión y prosiguió en su relato: “Siendo bombero se obtienen muchas gratificaciones, desde personas que te ofrecen dinero por la ayuda, hasta gente que te trae una gaseosa o un paquete de biscochos, hasta el ‘gracias’.  El gracias de la gente es todo”. Al instante dejó entrever que no buscan ningún tipo de beneficio propio con su labor, más que la satisfacción que genera el hacer por los demás. El representante supo definir su tarea como una misión, para ellos, la primordial.

La mesa era larga y la gente era mucha. A un costado del superior y atento a sus palabras, el voluntario, Martín Nobrega, atesoraba en sus recuerdos, una descripción inolvidable: “Todos se acuerdan del primer incendio. La primera vez que entras en un espacio confinado, venís con una idea en la cabeza, hacés el curso, te preparan, te entrenan. Pero cuando realmente te toca una salida e ingresás a un lugar donde el humo te impide toda visibilidad, cuando hiciste cinco metros y te encontraste ahí, con la manguera en la mano, por más preparado que estés se te pasan mil cosas por la cabeza”, perpetuó con los ojos iluminados.

Fue allí, donde todos coincidieron en que no se puede comprender lo que se siente en un incendio, hasta que se vive en carne propia. “Hace algunas semanas se quemó la casa de mi abuela, cuando yo llegué estaba todo prendido. Ella no sufrió daño físico, pero perdió todo lo material”. El caso de Gabriel Contreras es una verdadera ironía: bombero desde los 13 años, comenzó a recorrer cuarteles cuando vivía en Goya, Corrientes, pero la noche del desastre no estaba de guardia. Era el momento de demostrarse a sí mismo, que podía ser un gran bombero, incluso por fuera del uniforme.

Al voluntario Poch le sucedió algo parecido: “En el caso de mi mamá, el aviso lo hicieron a bomberos zapadores y desde acá fuimos también. A ella la tuvieron que sacar de adentro, fue un momento muy triste, doloroso, pero también con un buen final. Son cosas que a uno lo marcan y el haber pertenecido a bomberos ayudó mucho a entenderlo desde otro lugar, de otra forma”. Mariano  ya pertenecía a bomberos cuando aconteció el incendio y dijo sobre el ejercicio, que “cuando se hace algo con gusto y con ganas, no se piensa en lo que se pierde o en que está dejando de hacer otra cosa”.

Porque sí, los bomberos voluntarios tienen una vida por fuera del cuartel, una familia que los espera, y el tiempo que dedican a sofocar las llamas, es tiempo que desinvierten en sus seres queridos. La pregunta es… ¿por qué lo hacen?... “Si estás acá es porque tenés el apoyo de tu familia. Si el voluntariado genera conflictos en la casa, el bombero se retira, por eso el apoyo de la familia es fundamental para poder ejercer esta actividad”, expresó Gustavo Costanzo retomando la palabra entre el bullicio, las risas y el olor a polenta con salsa que distraía desde la cocina.

Rondaban las 22 cuando Jonatan Lobo, apodado a la luz de la sirena como ‘Tito’, aludió a un motivo diferente que lo empujó a formar parte del equipo de Bomberos Voluntarios de Rosario. Su padre había sido bombero, también su tío y algunos familiares de otros pueblos y ahora lo eran sus hermanas. Para él, la pasión por las llamas se lleva en la sangre: “Me transmitieron esa vocación desde siempre y realmente nunca quise hacer otra cosa. Es algo importante para mí”. Con una simple frase destruyó por completo cualquier sospecha de obligación familiar. Nada más lejano. 

Por su parte, Paula Serra fue la primera representante del género femenino, que se atrevió a narrar su experiencia. De pequeña, su casa estaba rodeada por una fábrica de papel donde el fuego era moneda corriente. Envuelta en llamas en varias oportunidades, recuerda evacuar el hogar de la infancia con el llanto de su madre como música de fondo: “Siempre me llamó la atención el trabajo de los bomberos, los veíamos desde la vereda de enfrente, mientras mi casa corría el riesgo de prenderse fuego”. La sensación sólo la conoce aquel quien vivió un hecho semejante y el alivio ante la presencia de los cascos amarillos, merece ser reconocido.

Para ese momento la noche amenazaba oscura y el teléfono había dejado de sonar, como queriendo regalarnos ese impás que tanto se disfrutaba. En un ambiente ameno, casi una charla de café, una voz serena participó por primera vez:  “Yo sentía que era un ciudadano que se encontraba siempre del lado de afuera de todo, tenía la necesidad de involucrarme con mi ciudad y participar para tratar de hacer un poco por los demás, salir adelante y aportar mi granito de arena. Creo que a todos los que estamos acá, nos nace ayudar y prestar un servicio a cambio de nada”. Todas las miradas se posaron en Claudio Peralta y todas las cabezas asintieron unánimes.

Lo que dijo a continuación despertó sonrisas y miradas cómplices, certezas y satisfacciones. “No tenés que estar muy cuerdo para estar acá”, y tenía razón. Cada bombero voluntario arriesga cada noche su vida a cambio de un simple ‘gracias’, un abrazo, un suspiro de alivio. Si bien es cierto que son hombres y mujeres preparados, que actúan a conciencia para preservar la vida propia como la ajena, entienden que cada despedida de casa, puede ser la última.         Y bien lo expresó Peralta, sin dudas ni titubeos: “Ésta es la realidad que elegimos”.

Para ellos, ser bombero es parte de su esencia. Es algo nato en sus personas: el anhelo de adrenalina, la falta de pudor y la capacidad de reaccionar de manera rápida y eficaz, pero siempre con respeto por el fugo y mucha sensatez. Según explicaron, la desesperación ante el siniestro es la peor compañera y el miedo, mal que nos pese, termina siendo una de las opciones más viables. “Un tipo que no tiene miedo es un peligro, porque termina siendo imprudente”, sentenció el Jefe.

El agua del mate ya estaba fría y la yerba lavada, pero nadie parecía notarlo. La conversación era interesante y nos planteaba un mundo que desconocíamos. Indagamos sobre los requisitos necesarios para ingresas al voluntariado y nos informaron sobre un curso a ejercer a partir de los 18 años. Nos dijeron que en algunas ciudades existen escuelas de bomberos para chicos de entre 11  y 17 años, pero que en Rosario no hay por cuestiones de infraestructura y dificultades asociadas a la magnitud de una ciudad tan grande. “En los pueblos existe otra realidad en torno a bomberos. El cuartel está en el centro del lugar, todo el mundo pasa, lo ve, colabora. En Rosario es complicado”, dijo Nobrega al respecto.

Minutos después, Verónica Fulco tomó la palabra: “Cuando sos bombero no deseás nunca que pase algo malo, pero si pasa, vas a estar preparado para ayudar, para ser útil al otro. Es todo, desde ir a un colegio y enseñar a los chicos cómo tienen que llamar, hasta mitigar un incendio cabal y poder evitar que se propague a las casas linderas. Pero tenés que estar instruido para eso, porque la voluntad sin conocimiento es torpeza”. En medio de su relato resonó también lo que era evidente ante nuestros ojos: “De acá te llevas amigos, te llevas amores…” Porque la belleza de vivir en primera persona eso que te hace feliz, es sinónimo de cosas buenas, en todos los aspectos de la vida.

El hambre presionaba el estómago de los voluntarios y nuestra charla, cargada de reflexiones, estaba a punto de concluir. Adriana Núñez, mamá, psicóloga y bombera nos contaba cuán grande era su necesidad por el trabajo voluntario, desde mucho antes de inscribirse en el voluntariado. Explicó que “no surgió de un momento a otro, sino que lo venía arrastrando desde siempre, sólo que nunca lo había manifestado porque tenía una profesión, una familia” y a ello se dedicaba. “Cuando empecé a venir supe que éste era mi lugar”, sentenció.

Llegamos al final del día de la mejor manera posible, descubriendo valores, admirando a  los que a veces resultan olvidados. En el día del bombero, La Voz de los Vecinos pretende reconocer a esas personas que están dispuestas a arriesgarse por el otro sin un sueldo de por medio. Abrazar a quienes supieron desde pequeños que en el calor lastimoso del fuego estaba su satisfacción. Homenajear a los que lo sintieron de grandes, como Cristian Ríos, que ingresó al cuartel poco después de que los bomberos salvaran la vida de su hermano. Y reconocer a los que descubrieron la belleza del voluntariado casi de casualidad, como el bombero Luis Garavito, que creyó estar para otra cosa pero se enamoró de la propuesta y se quedó nueve años. A todos ellos, por todo ello, nuestras felicitaciones. A ustedes...eternamente agradecidos.

MÁS INFORMACIÓN EN: http://www.bomberosrosario.com.ar/

sábado, 15 de marzo de 2014

Con olor a Infancia: Una que sepamos todos...

¿Te acordás de la canción del payaso Plin Plin? Porque Francis Ruggieri tiene un secreto para contarte. Músico, actor y excéntrico musical, es amigo íntimo de un personaje que seguro conocés.

El bebé comenzó a llorar, es lógico, le están saliendo los dientes. Papá lo acuna entre sus brazos y piensa qué hacer mientras llega mamá con la mamadera salvadora. Lo pasea de un lado al otro de la habitación y le canta esa canción que recuerda con tanto cariño. ¿Por qué será que nunca pasa de moda? , se pregunta, y sonríe al ver que surte en su bebé el mismo efecto de siempre, duerme como un angelito.
                
Será porque suena y vuelve el olor a infancia, quizá porque es una sobreviviente del tiempo furioso, que no perdona y arrasa con todo. Será porque su dulce melodía es un legado nacional, o tal vez porque su creador le imprimió demasiado amor… que no se pierde en el olvido. El bebé interrumpe los pensamientos de papá y una vez más está al borde del llanto, y bueno, habrá que cantarla una vez más: ‘El payaso, Plin Plin…’  
Nariz de payaso.

Francisco Ruggieri es un artista plural y multifacético; dueño de una mirada serena y franca, tiene la capacidad de robarte una sonrisa con sólo una palabra. Tal vez porque es docente, músico, showman… pero también Plin. Sí, entendiste bien, el mítico payaso de la canción infantil, esa que te cantaban en el jardín, la misma que le cantaste a tus hijos, a tus nietos, existe y además es rosarino.

“El personaje nace el 18 de junio 1973, en un programa para niños que se llamaba Capitán Kapote. Yo era el marinero ayudante del Capitán, que era un payaso, y si bien el programa duró menos de un año, fue un boom”. El relato de Ruggieri fluye contagiando ternura y empuja hacia el recuerdo de una época donde no existían los canales de cable y la televisión todavía se apreciaba en blanco y negro.

Francisco (Francis para los amigos) llegó a Canal 5 a través de un casting, impulsado por quienes conocían su talento y sabían que tenía que estar ahí. Caminante incansable de la noche rosarina, había recorrido todas las cantinas ofreciendo un espectáculo que combina voz, interacción con el público y acordeón a piano. Show que todavía persiste y se lleva todos los aplausos. “Loco andá vos que ganás seguro”, le insistían.

“Fui al canal, maquillado y con el atuendo de payaso. La secuencia era que el Capitán me estaba esperando y yo tenía que decirle ‘¡Capitán! cuánto hace que no lo veía’ y pegarle un abrazo. Yo veía que todos hacían la misma escena y pensé,  ‘ésta es la mía´. Entonces, cuando me toca a mí, yo camino, trastabillo y lo abrazo de las piernas. Y causó una risa terrible, claro, era un loco lindo”, arremetió con una carcajada tan contagiosa como humilde.
Y fue justo ahí, donde empezó todo: un sueño que a pesar de los años, todavía siembra alegría en la carita de cientos de niños felices.

Pero, ¿cómo surge esa canción que hoy es una de esas que sabemos todos? A lo mejor es el producto de una broma, un chiste acompañado por el sonido de una nariz de payaso. La verdad es que Plin era mucho más que un simple marinero, era el payaso de los chicos, el que tocaba el acordeón y los hacía reír hasta que no aguantaban más las ganas de ir al baño. ¿Por qué no te hacés una canción?, le propuso el productor. 

Fue entonces que se dirigió a su casa y en compañía de su acordeón comenzó a cantar el feliz cumpleaños y las sílabas entraban justo: “Fue simplemente una parodia musical donde utilicé la música del Feliz Cumpleaños para publicitar el programa. Y cuando lo canté en la tarde de grabación, lo cantaban todos los chicos”, fueron las palabras de Ruggieri al tratar de explicar un fenómeno que ocurrió casi sin querer. Más tarde, Plin cantaría la canción reemplazando el estornudo por ‘5 minutitos’, publicidad para un Canal 5 tan joven, como inexperto.
                
La magia permaneció intacta durante poco menos de un año, pero como todo lo que empieza alguna vez debe terminar, Capitán Kapote llegó a su fin y con él, el payaso Plin… ¿o no?. Francisco recuerda el día del último programa como si fuera ayer: un viaje cuesta arriba por calle San Juan, en un Citroën, alejándose lentamente del canal. ‘Se terminó todo’, le dijo Kapote con un halo de resignación, “para ustedes se terminó todo, para mí esto recién comienza”, sentenció el payaso dibujando una sonrisa.

“¿Que hacía yo?, llamaba por teléfono a las casas, en ese tiempo el teléfono estaba muy barato, y preguntaba si habían llamado al Payaso Plin. Claro, como estaba fresco, me decían usted es Plin, sí les respondía, yo soy Plin. Y me decían que de ahí no me habían llamado, pero yo aprovechaba y les dejaba mi número telefónico. Y así yo me hacía diez o veinte publicidades por día. Después se me ocurrió otra más. Iba a un negocio donde sabía que había mucha gente y preguntaba si habían llamado al Payaso Plin. Entonces me preguntaban ¿y usted quién es? ¡El Payaso Plin! Y cuando la gente se empezaba a amontonar yo repartía mis tarjetas”.

 Y así empecé a hacer cumpleaños y lo sigo haciendo con los chicos y chicas que se casaron y hoy tienen hijos, entonces me llaman para el cumpleaños de ellos”. Sus palabras bien describen cuan agradecido está con quienes tanto lo admiramos: “Si todo el afecto de la gente estuviera en el banco, sería millonario de dinero, pero me siento millonario en afecto y eso es lo más importante”.

Y es así que se produjo la historia verdadera de un personaje que muchos creíamos ficticio. Un payaso que por divertir a las audiencias o por una simple nariz pinchada, permanecerá inserto en la memoria de toda una sociedad, que lo seguirá aplaudiendo, que lo seguirá cantando.

Ruggieri forma parte de nuestra esencia, no sólo por ser rosarino, sino porque se configura dentro del gen argentino, porque llegó para quedarse, porque eligió no irse. Porque cada vez que entonamos su canción, volvemos por un ratito al menos, a lo mejor de la niñez. Porque Plin representa el mate cocido después de la escuela, las escondidas y el invierno que antes era más frío que ahora. Por eso y todo lo demás… eternamente gracias, Francisco Ruggieri.

Debajo del disfraz

 Detrás de la máscara siempre descansa una persona, similar al personaje, o completamente diferente. Debajo del traje de Plin resurge Francis, el hombre, ese que se describe a sí mismo como un excéntrico musical.

Sus comienzos se remontan al año 1965, cuando trabajó en todas las cantinas y peñas de la época. Intérprete de música folclórica, clásicos del cine y canciones populares, sumamente bailables, comenzó a estudiar acordeón a piano con sólo nueve años, para recibirse de maestro a los 16. A partir de entonces, la docencia le abrió una nueva puerta que lo transformó en “el profe”,  impartiendo clases a alumnos de distintas edades.

Su trayectoria artística se despliega por infinidad de territorios: restaurantes, teatros, radio y televisión. Entre tantos recuerdos, uno le viene a la memoria con más vigencia que nunca: “Hace ya tiempo, formé parte de la orquesta del programa ‘Si lo sabe cante’, con Roberto Galán. Recuerdo que le tomábamos el tono a las personas que iban a interpretar una canción y cuando salían a escena se ponían tan nerviosos que cantaban en cualquier tono… ¡y a buscar el tono en vivo!”, esboza entre risas.

Su espectáculo como showman, incluso, logró traspasar las fronteras y hoy es un artista reconocido, también en los Estados Unidos. Casi por casualidad, como tantas otras cosas en su vida, y movido por contrataciones consecuencia de su talento, viaja anualmente al hemisferio norte, para contagiar su espíritu joven al pueblo norteamericano. ¿Será qué tiene algo especial que lo impulsa por esos caminos?

Hoy Francisco sigue haciendo lo que más ama, ofreciéndose como animador para eventos de adultos, o siendo el payaso de todos en las fiestas infantiles. Si querés conocerlo, no dudes en llamarlo, porque seguro se tiene guardado para vos, un as bajo la manga.

  PLINADAS