viernes, 21 de marzo de 2014

Marcas en la piel

El valor de los tatuajes desde la mirada de sus creadores: Alejandro Martin y Tincho Bartolomeo son hacedores de marcas eternas, permanentes e indelebles. En el contexto de una sociedad todavía reticente, se atreven a contar el otro lado de una realidad criticada y para muchos desconocida.




Oriundo de culturas de otros tiempos, fiel representante de creencias, sentimientos y pasiones. Para muchos es la magia de una obra dulce y eterna, para otros, puro exhibicionismo. Lo cierto es que más allá de cualquier apreciación, el tatuaje se convierte en un símbolo indeleble del paradigma social actual y, cada día más, destruye los límites ideológicos en pos de más y mejor aceptación.
                
A los ojos del mundo, continúa despertando sensaciones encontradas, pero… ¿qué implica un tatuaje desde la perspectiva del tatuador? Artista enamorado del oficio de crear una obra tan propia como ajena, es el más capacitado para explicar la real esencia de lo perpetuo, porque con él resucita lo hermoso de una práctica, severamente criticada.
                
“En el año ’95, cuando me hice mi primer tatuaje, no estaba muy bien visto. Se lo relacionaba con la delincuencia y para nada con el arte”. Alejandro Martin, más conocido por todos como Ale Chopper, supo desde el comienzo que quería ser tatuador. Su amor por el dibujo y la intriga adolescente que lo ceñía en torno a los tatuajes, eran la prueba viva de que su destino estaba atravesado por la aguja y por la tinta: “Un día, después de mucho insistir, mi papá me contó cómo él había tatuado a sus amigos. Obviamente después me dijo que ni me ocurriera hacerlo, pero a los 15 años experimenté conmigo mismo”.
                
El sufrimiento no importaba, la temprana edad tampoco, sólo interesaba la seguridad de hacer algo que realmente se desea. Ale ató dos agujas con un hilo y con tinta china, inmortalizó aquel año con un diseño tan único como irrepetible. “En 1998 me hice una máquina casera con el motor de un grabador y tatué a algunos de mis amigos, pero era todo tan precario que lo dejé. Años más tarde, en un viaje a la costa, decidí que cuando llegara a Rosario me iba a meter de lleno en lo que me apasionaba. Pasaron 8 años de eso y sigo eligiendo este estilo de vida”.
                
Y el oficio de tatuar parece despertar de forma temprana, en el alma de quienes lo ejercen. Para Tincho Bartolomeo fue la consecuencia de una fusión entre el trabajo independiente y una beta artística poco explorada: “Cuando estaba en el secundario, mi compañero Maxi me mostró un tatuaje que se había hecho, en esa época creíamos que era excelente. Así nos hicimos amigos y con el tiempo nos fuimos interiorizando en el tema. La vida nos estaba llevando por ese camino desde mucho antes de saber que queríamos vivir de esto”.
                
Hoy, Tincho es el maestro tatuador de Sweet Home y Maxi, su socio, experto en piercings y gran amigo. El cuerpo de Maxi es el lienzo que resguarda el primer trabajo de Tincho, la obra primogénita de un artista que lejos de concluir su carrera odontológica, eligió para su vida un medio de expresión. “A un mismo diseño se le pueden otorgar miles de significados, pero lo importante es la forma en que a cada uno lo representa”.

               
La pregunta es, ¿realmente la labor del tatuador implica un arte? “Así como los músicos o pintores expresan lo que sienten y vivencian en sus obras, un tatuaje expresa exactamente lo mismo, sólo que en lugar de usar un paño o una partitura, usa la piel. Todo lo que se haga con las manos y con sentimiento es arte”, dijo Ale sobre la actividad que ocupa el centro de su vida. Para Tincho sucede algo parecido: “Es el camino entre mi perspectiva sobre lo que el cliente quiere y cómo él pretende exteriorizarlo. Es un punto medio donde ambas miradas confluyen y el producto final no es ni todo mío ni todo suyo, sino que es el resultado de un acuerdo entre los dos. Eso, efectivamente, es arte”.

En un mundo por muchos desconocido, Bartolomeo vislumbra una relación casi íntima entre tatuador y tatuado. Quien maneja las agujas posee un uso estético mejor desarrollado que en otras personas, y al conjugarse con los valores que le imprime aquel que se dispone a sufrir por un diseño, la consecuencia es un material exquisito. “Creo que las personas asumen el dolor, no como un objetivo del tatuaje, sino como una parte del proceso. Algunos dicen que sin dolor no tiene gracia, para mí si duele menos, mejor. Lo importante es que el diseño quede lindo, el tatuaje bien hecho y el cliente conforme”, mencionó.
                
Por otra parte, existen también diversas apreciaciones respecto de las expresiones y conceptos a transmitir por intermedio del tatuaje. Alejandro sostiene que lo mejor es que surja a causa de algo, que valga: “Para mí tiene que tener un motivo, algo que te haya pasado en la vida tanto bueno como malo, que te permita dejar plasmada para siempre esa experiencia. O que represente algo que te pasa, que deseás o que te gusta. Para la gente es expresión y por eso la sociedad lo mira con más aceptación ahora que antes”.
                
Porque sí, es evidente que las rígidas y arcaicas estructuras de un sistema pasado de moda, comienzan a desbaratarse, a perder solidez. Tincho aborda esta cuestión en un reconocimiento hacia programas televisivos que, gusten o no, lograron una apertura en la mentalidad de las personas e hicieron posible un conocimiento más profundo del entorno del tatuaje. “Había una gran distancia entre lo que se creía y lo que realmente era, por eso lo que pasa hoy está bueno”, pronunció.
                
Pero, ¿cuáles son los recaudos que las personas deben tomar a la hora de hacerse un tatuaje? Ale Chopper recomienda prestar especial atención a la higiene del espacio de trabajo: “Es muy importante que se fijen en que todos los materiales que se utilicen en el proceso, sean descartables y estén correctamente esterilizados. Como debe ser”. A posteriori retomó la idea de un vínculo entre ambas partes para el intercambio de ideas y un resultado sensacional: “Siempre invito a que se fijen en los trabajos de los tatuadores, porque cada uno tiene su propio estilo. Una charla previa al trabajo siempre es una buena opción”, culminó.
                
El propósito de esta nota es permitir el descubrimiento. No se pretende modificar la ideología de nadie, mucho menos convencer a los reacios de los beneficios del tatuaje, sino  y simplemente, dar a conocer. En el diálogo con este par de seductores, amantes del trazo y los colores, se despuntan los anhelos de una comunidad reflexiva y más tolerante.

“El que no le gusta y no quiere hacerlo merece ser respetado, como también merecen ese mismo respeto los que sí son afines al tatuaje. Yo acepto tu opinión y quiero que vos aceptes la mía”. Las palabras de Tincho aspiran un mundo donde las diferencias sean aplaudidas en lugar de señaladas, y exigen que las manifestaciones artísticas de diverso origen y procedencia, sean reconocidas como tales.

Finalmente, sólo queda por rescatar que “cuando uno decide tatuarse, es porque hay cosas en su vida que ya resolvió” o al menos eso es lo que el referente de Sweet Home, quiere creer. Es indispensable analizar muy bien la decisión y priorizar la calidad por sobre el precio, porque como bien lo expresó Bartolomeo, “el tatuaje es un lujo, no una necesidad”. Por su parte, Alejandro coincide con su par en que definitivamente, esta actividad se resume en una carrera tan gratificante, como hermosa.  

CONTACTO:
·         Alejandro Martin: ale.chopper@facebook.com
·         Tincho Bartolomeo: Sweet Home Tattoo y Piercing. San Martin 843, local 15
  
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