sábado, 15 de marzo de 2014

Perder un hijo, no tiene nombre

Una luz en medio de la oscuridad: Era en Abril es una organización sin fines de lucro, cuya misión es ayudar a padrees de bebés fallecidos en el embarazo, durante el parto o después de nacer. Con su grupo fundador radicado en Buenos Aires, Rosario puja para que la fundación logre consolidarse en la ciudad con personería jurídica y es fuente de inspiración para cientos de padres atravesados por el dolor. 


Ella escuchó el latido de su corazón, mucho antes de saber que existía. Él descubrió una nueva forma de amor, bajo el sol de ese mismo día. Imaginaron una historia entre canciones y chupetes, con pañales de por medio y rodeados de juguetes. Hoy, no comprenden por qué…

¿Cuántas veces lo escuchaste de boca de otros? ¿Cuántas veces apretaste los dientes ante la sola idea y agitaste la cabeza como repudiando lo imposible? No quisiste siquiera pensarlo y cerraste los ojos, cambiando esas imágenes por un ruego, una súplica ante Dios para que siempre los proteja. Si sos mamá, si sos papá, entendés cuanta verdad hay en eso que dicen, que perder un hijo no tiene nombre. Entendés, sí, pero no podés saber cuan desgarrador es el dolor, e implorás no saberlo nunca.

Era en Abril es una organización sin fines de lucro, cuya misión fundamental es ayudar a padres de bebés fallecidos en el embarazo, durante el parto o después de nacer. Su grupo fundador se encuentra sito en Buenos Aires, donde ya se consolida como Fundación con personería jurídica, pero lo cierto es que la luz de esta idea maravillosa, se extendió mediante el arraigo de grupos a lo largo y ancho del país, e incluso, transvasando las fronteras.

Natalia Castaña es una de las coordinadoras de Era en Abril Rosario, pero antes que nada, es la mamá de uno de los muchos angelitos que abrazan con sus alas a la organización: Sol. En su caso, la bebé se fue cuando atravesaba el sexto mes de embarazo y según resumió, “es como que no te queda nada”. Inmersa en el dolor comenzó a buscar cosas que la acercasen al ser ausente y fue así que se topó con la Fundación de la que hoy es miembro activa. “Ves que hay gente a la que le pasó lo mismo que a vos, que no sos la única y te sentís aliviada”, expresó mientras dejaba entrever cuan positivo es el apoyo de quienes vivieron la misma experiencia.

Sin embargo, la pérdida en sí misma no es el único obstáculo que estos padres deben atravesar. Natalia explicó que los problemas en la pareja son frecuentes porque “cada uno lo vive de diferente forma y en diferentes momentos”. La coordinadora contó que, por lo general, la mamá hace el duelo apenas fallece el bebé, porque “así como lo sintió llegar mucho antes que el papá, también lo siente irse”. El padre, en cambio, es el sostén de la familia y “tiene que sujetarlo todo para que no se caiga más nada”, por lo que pospone su duelo y el desfasaje en la pareja se hace sentir.

Entonces, ¿cómo superar las discusiones, las culpas, la bronca, el dolor? Además de la terapia de parejas, como un incentivo para reafirmar el amor, para Natalia y su esposo Emanuel Ibanchi, Era en Abril fue primordial. “Los padres que ya lo vivieron te dan su apoyo y te dicen que tenés derecho a llorar y que no te estas volviendo loco. Porque uno cree que no puede llorar tanto y lo bueno es que siempre hay alguien ahí que te va a decir que podes llorar, gritar y hacer lo que tengas ganas, en el momento en que tengas ganas”, aseguró Natalia como queriendo transformar lo triste de su pérdida en energía positiva, en ganas de ayudar.

Sobre los objetivos y anhelos del grupo, destacó que se trata, nada más y nada menos, que de sostenerse unos a otros: “Es una palabra de aliento en el momento preciso e indicado, dicha por alguien que te va a entender mejor que nadie”, expresó. Poco después agregó que, si bien el entorno familiar siempre intenta ayudar, “una frase desubicada puede arruinar ese momento de apoyo”.
   
“Hay cosas que nosotros no queremos escuchar en ese momento, como ‘sos joven, ya vas a tener otros hijos’. Para nosotros ese hijo es irremplazable, es como un dedo de la mano amputado y ya no va a volver. Al decirte eso es como que no reconocen que tuviste un hijo y que te duele esa ausencia. Yo no quiero que vos me compadezcas, quiero que me reconozcas”, fueron las palabras contundentes de Natalia, con los ojos humedecidos, pero con una fortaleza más que envidiable.  

No se inventaron todavía, palabras capaces de describir semejante golpe al corazón. Tampoco existe un manual que indique qué hacer, qué decir, cómo actuar. Lo cierto es, que tanto la entrevistada, como su esposo y Ayelén Lauretti (mamá de Constanza), coincidieron en que lo que no quieren, es olvidar. “Queremos que viva en nuestra memoria para siempre esa criatura, porque fue un periodo divino que pasamos y porque no queremos que la gente se olvide de que ese bebé existió en la familia y que fue nuestro hijo”…

La llegada del arcoíris: tener otro bebé
                
Emanuel tomó la palabra y se alzó como miembro reivindicador de un grupo de papás que sufre la pérdida a la par de las madres. Explicó que la sociedad “no reconoce el dolor del papá” y por ende no recibe la misma contención que recae sobre la mujer. “Es como si le doliera más la pérdida a ella que a él, porque es la que lo lleva”, aseguró.
                
“Como hombre sos el primero que pone la cara después del golpe, frente a la sociedad. El varón es el que tiene que dar explicaciones y enfrentar a las personas que te tienen lástima, que no saben si preguntarte, que ves que murmuran y no te dicen nada, o hacen como si nada hubiera pasado. La mujer es como que tiene mas permitido reprimirse o encerrarse”, se lamentó Emanuel al describir un sistema cuyas leyes no amparan a los padres que viven esta situación.
                
En este contexto, hablar de concebir otro bebé, se torna complicado. Según explicó la pareja, cuando la mujer ya consumó su duelo y está lista para volver a intentarlo, el hombre recién está empezando a asimilarlo, por lo cual los papás se niegan a tener otro hijo, generándose un quiebre en la relación.

“Yo creo que el mejor momento es cuando ambos padres realmente están bien y lograron superar esa primera etapa del duelo”, enunció Natalia. Tras un breve silencio añadió: “El miedo, después es otro punto, porque cuando ya viene en camino, es imposible no tener miedo. Los miedos te persiguen siempre hasta que lo tenés en brazos. Pero cuando definís, hay que seguir, recién ahí esta bueno rever la posibilidad de tener otro bebé”.  

Y es allí donde Era en Abril entrá en acción una vez más, para brindarle contención y un hombro donde apoyarse, a todo aquel que lo necesite. Un espacio pensado para compartir, para recordar, para acompañar a los padres a recorrer ese camino sinuoso que los tocó atravesar. Para que entiendan que allá arriba, en algún lugar entre las nubes, se dibujan las sonrisas felices de sus hijos alados, hermosos. Porque son sus hijos quienes los llenan de energía, quienes los impulsan a buscar otro bebé, un bebé arcoíris como ellos los llaman, porque al igual que los arcoíris, son nacidos…después de la tormenta. 

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