sábado, 15 de marzo de 2014

Con olor a Infancia: Una que sepamos todos...

¿Te acordás de la canción del payaso Plin Plin? Porque Francis Ruggieri tiene un secreto para contarte. Músico, actor y excéntrico musical, es amigo íntimo de un personaje que seguro conocés.

El bebé comenzó a llorar, es lógico, le están saliendo los dientes. Papá lo acuna entre sus brazos y piensa qué hacer mientras llega mamá con la mamadera salvadora. Lo pasea de un lado al otro de la habitación y le canta esa canción que recuerda con tanto cariño. ¿Por qué será que nunca pasa de moda? , se pregunta, y sonríe al ver que surte en su bebé el mismo efecto de siempre, duerme como un angelito.
                
Será porque suena y vuelve el olor a infancia, quizá porque es una sobreviviente del tiempo furioso, que no perdona y arrasa con todo. Será porque su dulce melodía es un legado nacional, o tal vez porque su creador le imprimió demasiado amor… que no se pierde en el olvido. El bebé interrumpe los pensamientos de papá y una vez más está al borde del llanto, y bueno, habrá que cantarla una vez más: ‘El payaso, Plin Plin…’  
Nariz de payaso.

Francisco Ruggieri es un artista plural y multifacético; dueño de una mirada serena y franca, tiene la capacidad de robarte una sonrisa con sólo una palabra. Tal vez porque es docente, músico, showman… pero también Plin. Sí, entendiste bien, el mítico payaso de la canción infantil, esa que te cantaban en el jardín, la misma que le cantaste a tus hijos, a tus nietos, existe y además es rosarino.

“El personaje nace el 18 de junio 1973, en un programa para niños que se llamaba Capitán Kapote. Yo era el marinero ayudante del Capitán, que era un payaso, y si bien el programa duró menos de un año, fue un boom”. El relato de Ruggieri fluye contagiando ternura y empuja hacia el recuerdo de una época donde no existían los canales de cable y la televisión todavía se apreciaba en blanco y negro.

Francisco (Francis para los amigos) llegó a Canal 5 a través de un casting, impulsado por quienes conocían su talento y sabían que tenía que estar ahí. Caminante incansable de la noche rosarina, había recorrido todas las cantinas ofreciendo un espectáculo que combina voz, interacción con el público y acordeón a piano. Show que todavía persiste y se lleva todos los aplausos. “Loco andá vos que ganás seguro”, le insistían.

“Fui al canal, maquillado y con el atuendo de payaso. La secuencia era que el Capitán me estaba esperando y yo tenía que decirle ‘¡Capitán! cuánto hace que no lo veía’ y pegarle un abrazo. Yo veía que todos hacían la misma escena y pensé,  ‘ésta es la mía´. Entonces, cuando me toca a mí, yo camino, trastabillo y lo abrazo de las piernas. Y causó una risa terrible, claro, era un loco lindo”, arremetió con una carcajada tan contagiosa como humilde.
Y fue justo ahí, donde empezó todo: un sueño que a pesar de los años, todavía siembra alegría en la carita de cientos de niños felices.

Pero, ¿cómo surge esa canción que hoy es una de esas que sabemos todos? A lo mejor es el producto de una broma, un chiste acompañado por el sonido de una nariz de payaso. La verdad es que Plin era mucho más que un simple marinero, era el payaso de los chicos, el que tocaba el acordeón y los hacía reír hasta que no aguantaban más las ganas de ir al baño. ¿Por qué no te hacés una canción?, le propuso el productor. 

Fue entonces que se dirigió a su casa y en compañía de su acordeón comenzó a cantar el feliz cumpleaños y las sílabas entraban justo: “Fue simplemente una parodia musical donde utilicé la música del Feliz Cumpleaños para publicitar el programa. Y cuando lo canté en la tarde de grabación, lo cantaban todos los chicos”, fueron las palabras de Ruggieri al tratar de explicar un fenómeno que ocurrió casi sin querer. Más tarde, Plin cantaría la canción reemplazando el estornudo por ‘5 minutitos’, publicidad para un Canal 5 tan joven, como inexperto.
                
La magia permaneció intacta durante poco menos de un año, pero como todo lo que empieza alguna vez debe terminar, Capitán Kapote llegó a su fin y con él, el payaso Plin… ¿o no?. Francisco recuerda el día del último programa como si fuera ayer: un viaje cuesta arriba por calle San Juan, en un Citroën, alejándose lentamente del canal. ‘Se terminó todo’, le dijo Kapote con un halo de resignación, “para ustedes se terminó todo, para mí esto recién comienza”, sentenció el payaso dibujando una sonrisa.

“¿Que hacía yo?, llamaba por teléfono a las casas, en ese tiempo el teléfono estaba muy barato, y preguntaba si habían llamado al Payaso Plin. Claro, como estaba fresco, me decían usted es Plin, sí les respondía, yo soy Plin. Y me decían que de ahí no me habían llamado, pero yo aprovechaba y les dejaba mi número telefónico. Y así yo me hacía diez o veinte publicidades por día. Después se me ocurrió otra más. Iba a un negocio donde sabía que había mucha gente y preguntaba si habían llamado al Payaso Plin. Entonces me preguntaban ¿y usted quién es? ¡El Payaso Plin! Y cuando la gente se empezaba a amontonar yo repartía mis tarjetas”.

 Y así empecé a hacer cumpleaños y lo sigo haciendo con los chicos y chicas que se casaron y hoy tienen hijos, entonces me llaman para el cumpleaños de ellos”. Sus palabras bien describen cuan agradecido está con quienes tanto lo admiramos: “Si todo el afecto de la gente estuviera en el banco, sería millonario de dinero, pero me siento millonario en afecto y eso es lo más importante”.

Y es así que se produjo la historia verdadera de un personaje que muchos creíamos ficticio. Un payaso que por divertir a las audiencias o por una simple nariz pinchada, permanecerá inserto en la memoria de toda una sociedad, que lo seguirá aplaudiendo, que lo seguirá cantando.

Ruggieri forma parte de nuestra esencia, no sólo por ser rosarino, sino porque se configura dentro del gen argentino, porque llegó para quedarse, porque eligió no irse. Porque cada vez que entonamos su canción, volvemos por un ratito al menos, a lo mejor de la niñez. Porque Plin representa el mate cocido después de la escuela, las escondidas y el invierno que antes era más frío que ahora. Por eso y todo lo demás… eternamente gracias, Francisco Ruggieri.

Debajo del disfraz

 Detrás de la máscara siempre descansa una persona, similar al personaje, o completamente diferente. Debajo del traje de Plin resurge Francis, el hombre, ese que se describe a sí mismo como un excéntrico musical.

Sus comienzos se remontan al año 1965, cuando trabajó en todas las cantinas y peñas de la época. Intérprete de música folclórica, clásicos del cine y canciones populares, sumamente bailables, comenzó a estudiar acordeón a piano con sólo nueve años, para recibirse de maestro a los 16. A partir de entonces, la docencia le abrió una nueva puerta que lo transformó en “el profe”,  impartiendo clases a alumnos de distintas edades.

Su trayectoria artística se despliega por infinidad de territorios: restaurantes, teatros, radio y televisión. Entre tantos recuerdos, uno le viene a la memoria con más vigencia que nunca: “Hace ya tiempo, formé parte de la orquesta del programa ‘Si lo sabe cante’, con Roberto Galán. Recuerdo que le tomábamos el tono a las personas que iban a interpretar una canción y cuando salían a escena se ponían tan nerviosos que cantaban en cualquier tono… ¡y a buscar el tono en vivo!”, esboza entre risas.

Su espectáculo como showman, incluso, logró traspasar las fronteras y hoy es un artista reconocido, también en los Estados Unidos. Casi por casualidad, como tantas otras cosas en su vida, y movido por contrataciones consecuencia de su talento, viaja anualmente al hemisferio norte, para contagiar su espíritu joven al pueblo norteamericano. ¿Será qué tiene algo especial que lo impulsa por esos caminos?

Hoy Francisco sigue haciendo lo que más ama, ofreciéndose como animador para eventos de adultos, o siendo el payaso de todos en las fiestas infantiles. Si querés conocerlo, no dudes en llamarlo, porque seguro se tiene guardado para vos, un as bajo la manga.

  PLINADAS

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