¿Te acordás de la canción del payaso Plin Plin? Porque Francis Ruggieri tiene un secreto para contarte. Músico, actor y excéntrico musical, es amigo íntimo de un personaje que seguro conocés.
El bebé comenzó a llorar, es lógico, le están saliendo los
dientes. Papá lo acuna entre sus brazos y piensa qué hacer mientras llega mamá
con la mamadera salvadora. Lo pasea de un lado al otro de la habitación y le
canta esa canción que recuerda con tanto cariño. ¿Por qué será que nunca pasa
de moda? , se pregunta, y sonríe al ver que surte en su bebé el mismo efecto de
siempre, duerme como un angelito.
Será
porque suena y vuelve el olor a infancia, quizá porque es una sobreviviente del
tiempo furioso, que no perdona y arrasa con todo. Será porque su dulce melodía
es un legado nacional, o tal vez porque su creador le imprimió demasiado amor…
que no se pierde en el olvido. El bebé interrumpe los pensamientos de papá y
una vez más está al borde del llanto, y bueno, habrá que cantarla una vez más: ‘El
payaso, Plin Plin…’
Nariz de payaso.
Francisco Ruggieri es un artista
plural y multifacético; dueño de una mirada serena y franca, tiene la capacidad
de robarte una sonrisa con sólo una palabra. Tal vez porque es docente, músico,
showman… pero también Plin. Sí, entendiste bien, el mítico payaso de la canción
infantil, esa que te cantaban en el jardín, la misma que le cantaste a tus
hijos, a tus nietos, existe y además es rosarino.
“El personaje nace el 18 de junio
1973, en un programa para niños que se llamaba Capitán Kapote. Yo era el
marinero ayudante del Capitán, que era un payaso, y si bien el programa duró
menos de un año, fue un boom”. El relato de Ruggieri fluye contagiando ternura
y empuja hacia el recuerdo de una época donde no existían los canales de cable
y la televisión todavía se apreciaba en blanco y negro.
Francisco
(Francis para los amigos) llegó a Canal 5 a través de un casting, impulsado por
quienes conocían su talento y sabían que tenía que estar ahí. Caminante
incansable de la noche rosarina, había recorrido todas las cantinas ofreciendo
un espectáculo que combina voz, interacción con el público y acordeón a piano.
Show que todavía persiste y se lleva todos los aplausos. “Loco andá vos que
ganás seguro”, le insistían.
“Fui al canal, maquillado y con
el atuendo de payaso. La secuencia era que el Capitán me estaba esperando y yo
tenía que decirle ‘¡Capitán! cuánto hace que no lo veía’ y pegarle un abrazo.
Yo veía que todos hacían la misma escena y pensé, ‘ésta es la mía´. Entonces, cuando me toca a
mí, yo camino, trastabillo y lo abrazo de las piernas. Y causó una risa
terrible, claro, era un loco lindo”, arremetió con una carcajada tan contagiosa
como humilde.
Y fue justo ahí, donde empezó todo: un sueño que
a pesar de los años, todavía siembra alegría en la carita de cientos de niños
felices.
Pero, ¿cómo surge esa canción que hoy es una de esas que sabemos todos?
A lo mejor es el producto de una broma, un chiste acompañado por el sonido de
una nariz de payaso. La verdad es que Plin era mucho más que un simple
marinero, era el payaso de los chicos, el que tocaba el acordeón y los hacía
reír hasta que no aguantaban más las ganas de ir al baño. ¿Por qué no te hacés una canción?,
le propuso el productor.
Fue entonces que se dirigió a su casa y en compañía de
su acordeón comenzó a cantar el feliz cumpleaños y las sílabas entraban justo:
“Fue simplemente una parodia musical donde utilicé la música del Feliz
Cumpleaños para publicitar el programa. Y cuando lo canté en la tarde de
grabación, lo cantaban todos los chicos”, fueron las palabras de Ruggieri al
tratar de explicar un fenómeno que ocurrió casi sin querer. Más tarde, Plin
cantaría la canción reemplazando el estornudo por ‘5 minutitos’, publicidad
para un Canal 5 tan joven, como inexperto.
La
magia permaneció intacta durante poco menos de un año, pero como todo lo que
empieza alguna vez debe terminar, Capitán Kapote llegó a su fin y con él, el
payaso Plin… ¿o no?. Francisco recuerda el día del último programa como si
fuera ayer: un viaje cuesta arriba por calle San Juan, en un Citroën,
alejándose lentamente del canal. ‘Se terminó todo’, le dijo Kapote con un halo
de resignación, “para ustedes se terminó todo, para mí esto recién comienza”,
sentenció el payaso dibujando una sonrisa.
“¿Que hacía yo?, llamaba por teléfono
a las casas, en ese tiempo el teléfono estaba muy barato, y preguntaba si
habían llamado al Payaso Plin. Claro, como estaba fresco, me decían usted es
Plin, sí les respondía, yo soy Plin. Y me decían que de ahí no me habían
llamado, pero yo aprovechaba y les dejaba mi número telefónico. Y así yo me
hacía diez o veinte publicidades por día. Después se me ocurrió otra más. Iba a
un negocio donde sabía que había mucha gente y preguntaba si habían llamado al
Payaso Plin. Entonces me preguntaban ¿y usted quién es? ¡El Payaso Plin! Y cuando
la gente se empezaba a amontonar yo repartía mis tarjetas”.
Y así empecé a hacer cumpleaños y lo sigo
haciendo con los chicos y chicas que se casaron y hoy tienen hijos, entonces me
llaman para el cumpleaños de ellos”. Sus palabras bien describen cuan
agradecido está con quienes tanto lo admiramos: “Si todo el afecto de la gente
estuviera en el banco, sería millonario de dinero, pero me siento millonario en
afecto y eso es lo más importante”.
Y es así que se produjo la
historia verdadera de un personaje que muchos creíamos ficticio. Un payaso que
por divertir a las audiencias o por una simple nariz pinchada, permanecerá
inserto en la memoria de toda una sociedad, que lo seguirá aplaudiendo, que lo
seguirá cantando.
Ruggieri forma parte de nuestra
esencia, no sólo por ser rosarino, sino porque se configura dentro del gen argentino,
porque llegó para quedarse, porque eligió no irse. Porque cada vez que
entonamos su canción, volvemos por un ratito al menos, a lo mejor de la niñez.
Porque Plin representa el mate cocido después de la escuela, las escondidas y
el invierno que antes era más frío que ahora. Por eso y todo lo demás…
eternamente gracias, Francisco Ruggieri.
Debajo del disfraz
Detrás de la máscara siempre descansa una
persona, similar al personaje, o completamente diferente. Debajo del traje de
Plin resurge Francis, el hombre, ese que se describe a sí mismo como un
excéntrico musical.
Sus comienzos se remontan al año
1965, cuando trabajó en todas las cantinas y peñas de la época. Intérprete de
música folclórica, clásicos del cine y canciones populares, sumamente
bailables, comenzó a estudiar acordeón a piano con sólo nueve años, para
recibirse de maestro a los 16. A partir de entonces, la docencia le abrió una
nueva puerta que lo transformó en “el profe”,
impartiendo clases a alumnos de distintas edades.
Su trayectoria artística se
despliega por infinidad de territorios: restaurantes, teatros, radio y
televisión. Entre tantos recuerdos, uno le viene a la memoria con más vigencia
que nunca: “Hace ya tiempo, formé parte de la orquesta del programa ‘Si lo sabe
cante’, con Roberto Galán. Recuerdo que le tomábamos el tono a las personas que
iban a interpretar una canción y cuando salían a escena se ponían tan nerviosos
que cantaban en cualquier tono… ¡y a buscar el tono en vivo!”, esboza entre
risas.
Su
espectáculo como showman, incluso, logró traspasar las fronteras y hoy es un
artista reconocido, también en los Estados Unidos. Casi por casualidad, como
tantas otras cosas en su vida, y movido por contrataciones consecuencia de su
talento, viaja anualmente al hemisferio norte, para contagiar su espíritu joven
al pueblo norteamericano. ¿Será qué tiene algo especial que lo impulsa por esos
caminos?
Hoy
Francisco sigue haciendo lo que más ama, ofreciéndose como animador para
eventos de adultos, o siendo el payaso de todos en las fiestas infantiles. Si
querés conocerlo, no dudes en llamarlo, porque seguro se tiene guardado para
vos, un as bajo la manga.
PLINADAS
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