martes, 29 de marzo de 2011

Nota de Opinión: El periodismo actual.

Definir al periodismo actual como obsoleto, sería caer una vez más en la idea redundante de una realidad mediocre, un mundo sin esperanzas y una sociedad sin soluciones concretas a problemas actuales. Es allí, en la crítica arbitraria de las falencias ajenas, donde el ser humano comete el peor de los errores y se deja absorber por un facilismo cómodo, pero carente de fundamentos.

Muy por el contrario, el camino sinuoso se convierte en la principal alternativa para aquellos que desean demostrar cuan posible es informar de manera diferente; con una escala de valores coherente y la propia perspectiva como banderas fundamentales. Se trata de una ardua tarea también plagada de obstáculos lamentables; trabas enarboladas por personajes que se escudan detrás del término democracia al mismo tiempo en el que ejercen la censura.

Hablar de periodismo hoy es pensar en oficialistas y opositores, es elucubrar una versión amarillista de los hechos y una morbosidad de magnitudes insospechadas que se vuelve la principal herramienta para conseguir que las masas se mantengan acalladas, congeladas en un témpano subjetivo donde lo ficticio pasa a ser real y lo real busca ser ocultado. Son las paredes hipnóticas de publicidades eternas, las que alejan al ser humano pensante de lo que en realidad es necesario conocer, cómo si lo importante girase en torno a un reality show, o peor aún, como si la vida misma fuera parte de un programa de chimentos. Escaparle a esta versión de los hechos y fundamentalmente al periodismo actual, puede entenderse como una trampa mortal para los miles de hombres y mujeres que incursionan en el oficio de informar. O, puede ser un reto que muchos están dispuestos a afrontar.

Numerosos son los contras de una profesión que se muestra en decadencia. Sin embargo, es en la búsqueda de un periodismo serio, real y despojado de favoritismos y líneas editoriales indestructibles, donde se lee la capacidad del verdadero comunicador para desafiar los intereses del poder y sacar a relucir su verdad. Es posible que el propio sistema sea un enemigo antagónico para los pocos que se atrevan a infringir las reglas estipuladas por monopolios inquebrantables, pero lo cierto es que serán ellos los únicos recordados y serán ellos, los auténticos periodistas.

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