lunes, 19 de abril de 2010

EL GRAN PEZ DEL QUE HABLA NIETZSCHE.


“Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”, es particularmente una obra merecida para el análisis. Friedrich Nietzsche, considerado uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX, expresa una visión propia con relación al hombre, la verdad y la esencia del mundo que lo rodea. Cuestiona en este punto al filósofo mismo, tildándolo de egocéntrico y orgulloso, cuya existencia basada en la farsa y la escenificación, le acarrea la mentira continua y la toma de metáforas por realidades.

 El eje principal del texto, gira en torno a un hombre que busca la verdad entendida como un conglomerado de conceptos, y que ajeno a la naturaleza de las cosas, vive en un mundo de fantasías, donde se torna casi imposible delimitar los sueños de la realidad. Desprovisto del detalle, Nietzsche observa que la persona en su totalidad reduce cientos de objetos a simples conceptos. Eliminado prácticamente todas las diferencias, la verdad pasa a ser una ilusión nacida a partir de la experiencia repetida de individuos desiguales. Se destacan entonces dos clases de hombres: El primero preso de la racionalidad, previsivo, cautelar y prudente. El segundo, atrapado en una única perspectiva del mundo en su belleza, solo toma por cierto lo que cree interesante. Uno ajeno al arte y tieso ante el engaño; el otro tal vez más feliz, pero muy sufrido cae una y otra vez ante la misma piedra. Y es en este momento cuando surge de entre la sombras, un filme capaz de representar en imágenes todo lo mencionado anteriormente.

 “El Gran Pez”, de Tim Burton, se hace presente con una serie de escenas conmovedoras, donde cuadran a la perfección el hombre ególatra y la vida de ensueños, ambos dentro de un mismo personaje. Se trata de la historia de un hombre cuyo hijo jamás pudo comprender, porque nunca creyó una sola de sus palabras. Edward Bloom es un fantástico fabulador que narra la historia de su vida desde una perspectiva absolutamente imaginaria, dando cuentas de sus grandes hazañas y manifestando mentiras por realidades. La película, sin embargo, no esgrime el carácter agresivo con el que Nietzsche desarrolla sus ideas con relación al ser humano; por el contrario desestabiliza a la audiencia con un entramado de detalles que la remontan quizás a épocas pasadas, donde las fábulas eran fácilmente creíbles y las historia de amor formaban parte de la infancia. Es en esta película donde, a mi parecer, todo lo expresado por el pensador es revalidado, pero adquiriendo un nuevo significado. Por un lado, la ficción siempre vigente, da testimonio de la veracidad de lo establecido por Nietzsche, quien en algún momento también refiere al extremo rechazo al mentiroso. La falta de piedad hacia aquellos que utilizan las palabras para mostrar como real lo irreal, se enfatiza en la respuesta del hijo hacia su padre, caracterizada a través de una intolerancia hacia el mismo, por la continua necesidad de hacerle creer hechos inciertos. A posteriori la ínfima cantidad de elementos fantásticos y la autoidolatría del personaje, no lo exhiben como un ser despreciable, sino como un amante de las ilusiones, en una búsqueda incansable por hallar la verdadera felicidad.

Transitando por caminos desiertos hacia la plenitud, Bloom puede ser visto como el ser que prácticamente todos tenemos dentro, ese que acorralado por el sistema, hoy prefiere no salir por temor a ser abatido. Llego entonces a la conclusión, entonces, de que el hombre bien puede ser generador y creyente de formas y conceptos que la naturaleza no conoce; puede además profesar una verdad semejante a una moneda sin troquelado, que ahora tan solo es considerada metal; puede volverse vanidoso y encubridor; pero en el fondo, es esa la esencia misma de su persona, la verdad que todos desconocen, pero a través de la cual todos son lo que son. La persona puede mentir y hasta creerse sus propias fábulas y alegorías, pero tal vez es esa la manera en que los hombres alcanzan la plenitud y la verdadera felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario