lunes, 22 de noviembre de 2010

Presos de su identidad biológica


Centenares de niños pierden la posibilidad de ser adoptados por mantener una mínima relación con su familia de origen y el fantasma del tráfico de niños es un enemigo en asecho. Políticas estatales ausentes en una provincia donde adoptar es casi imposible.

La realidad se despierta una vez más ante los ojos injustos de una sociedad vacía, carente de sentido común y encadenada a normas arcaicas incapaces de reflejar lo que hoy, ahora, es prioridad para un ser humano. El amor más puro de todos aprisionado por una burocracia maldita que genera día tras día el mayor de los repudios, pero que por alguna razón, prevalece intacta. ¿Cómo se le explica a un padre que su hijo todavía es preso de un vínculo biológico desgastado e inexistente?

Rosario es cuna de niños institucionalizados, manipulados por un Estado ineficaz que los priva de su libertad por el simple hecho de recibir, una vez al año, la visita hipócrita de alguien que se cree con derecho de llamarse “familia”. Miradas distintas sobre la orfandad y la paternidad, se pugnan en medio de leyes incumplidas y proyectos insólitos, donde los intereses del niño no predominan por sobre la conveniencia de progenitores sin escrúpulos. Son días, meses, años aguardando una posibilidad que puede concretarse como la mayor de las recompensas, si se logra superar los muchos impedimentos sociales, jurídicos y legales de una batalla demoledora, pero fundamentalmente primordial.

 Karina Duvnjak es la fundadora y principal representante del Grupo de Padres Adoptivos y en Espera de Rosario; pero esencialmente es mamá del corazón: “Soy la madre adoptiva de Ignacio desde hace más de tres años y después de siete años de esperarlo”, expresó minutos antes de manifestar su versión de los hechos. Luego prosiguió: “La labor del Estado es pésima, los niños que deberían ser la prioridad nunca integran la agenda de los políticos”. Karina aseguró que en Rosario las demoras en cuanto a adopción no son un resultado inmediato de la “escasez de niños”, muy por el contrario, se trata de menores olvidados en hogares o en programas alternativos como las familias sustitutas. Posteriormente aclaró que “la falla principal está en que los jueces tardan años en declarar la adoptabilidad de los niños” y allí radica su insistencia en recomponer vínculos ilusorios. La consecuencia directa de situaciones por el estilo, son personas que pasan toda su infancia confinadas a un instituto: “La mayoría de los niños que crecen dentro de las instituciones son los que el día de mañana terminan detenidos por causas penales”, sentenció. Duvnjak se perfiló así como la contracara para un sistema de gobierno, caracterizado por la ausencia de políticas que respondan a la urgencia ameritada por los niños. Afirmó que “no existen los datos, ni muchos menos los controles necesarios” y culminó con una idea, un principio indispensable para el progreso en materia de adopción: “Se debe desterrar el concepto de que los padres adoptivos somos apropiadores, la sociedad debe dejar de condenar a una mujer que no quiere tener a su hijo y que prefiere darlo en adopción”.

Actualmente hay alrededor de 1653 matrimonios inscriptos en el Registro Único de Adoptantes. Los Juzgados de menores están plagados de petitorios idénticos, a la espera de una respuesta y con un objetivo común: tener un hijo. Sin embargo, el absurdo parece resurgir de entre las sombras, porque son los padres biológicos quienes mantienen la patria potestad de sus niños, los mismos que abundan en los muchos establecimientos para menores. De esta manera el abandono puede sentirse, pero de ningún modo constatarse, por lo que la adopción es irrealizable. La nueva ley de protección integral de la infancia establece que la medida excepcional por la cual se desvincula a un niño de su familia, no puede perdurar más de un año y medio. En ese lapso debe resolverse el futuro del menor, así como también restablecerse los lazos en el núcleo de origen; de lo contrario la adoptabilidad es la mejor alternativa. Muy a pesar de lo dispuesto, diferente es lo que ocurre: “Hay chicos que se pasan la vida en instituciones porque sus padres no ceden los derechos”, señaló María Eugenia Saconne, directora del Hogar del Huérfano de Rosario. Poco después explicó una realidad desgarradora al advertir que son cientos los niños que superan los quince años de vivir en el hogar, sin que nadie nunca reclame por ellos. “Ojalá la nueva ley comience a ponerse en práctica porque si bien nosotros le damos todo lo que necesitan, nada suplanta el amor de una familia”, finalizó Saconne con un ápice de esperanza ante una realidad, al parecer irreversible.

Por su parte, Laura Borghi, presidenta del Hogar del Huérfano, explicó que los niños se ven obligados, de alguna manera, a formar parte de una familia que los abandonó pero que “cobra un plan social por la tenencia del menor”. La regente aludió también a las grandes falencias del sistema burocrático: “Las normas de este país son casi irresistibles, se ponen continuas trabas a la adopción, argumentadas en derechos”.

La palabra de la Ley

La adopción puede entenderse como uno más de los muchos conflictos sociales que hacen al sistema en sí mismo y la dificultad para entender algunas disposiciones, se profundiza gracias al desconocimiento de los estatutos legales. Los requisitos para adoptar un niño se encuentran contenidos en los artículos 311 a 340 del Código Civil (modificados por la Ley 24.779) y son los mismos en todo el territorio de la Nación. Lo trágico es que adoptar en la provincia de Santa Fe, más que un trámite engorroso es una acción imposible. Leonardo Gianzone, abogado especializado en derecho de familia, explicó que quienes desean adoptar un niño deben ser instituidos previamente como guardadores del menor. En este sentido, la adopción definitiva sólo puede ser solicitada luego de transcurridos seis meses de convivencia. Lamentablemente la ineficacia parece ser el común denominador en lo que respecta a las gestiones administrativas de un país negligente.

En Santa Fe, la aptitud para el otorgamiento de la guarda era propia de los Juzgados de Menores, capacitados para establecer cuáles familias cumplen con los requisitos necesarios para demandar la adopción plena del infante. Sin embargo, según detalló el letrado, esta realidad jurídica sufrió algunas modificaciones: “La Ley 12.967 quitó la idoneidad civil y social a los Juzgados y la traspasó a la Dirección Provincial de los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia”, expresó. Lo cierto es que la Dirección Provincial no cuenta con los medios necesarios para atender las funciones que le fueron transmitidas, por lo que en la actualidad, no existe autoridad competente que se desempeñe en el cargo. “En la región hace más de un año que no se otorgan guardas y por consiguiente, no es posible tramitar las adopciones” puntualizó Gianzone.

 Por su parte, el juez provincial Raúl Tierra, perteneciente al Tribunal Colegiado nº 3 de Rosario, contrapuso su punto de vista: “El trámite de adopción no demora más de siete u ocho meses, se trata de repetir un poco la información y ver si se cumple con los requisitos legales”, garantizó. Minutos después informó sobre algunas cuestiones a tener en cuenta, tales como el matrimonio legal en el caso de las parejas que deseen adoptar, la edad mínima de 30 años para formar parte de la lista de padres e incluso la posibilidad de adopción atribuida a personas solteras.

El magistrado aludió además a la génesis de las dificultades vinculadas al proceso adoptivo: “Las demoras están relacionadas con una cantidad de causas que muchas veces no se relacionan con lo jurídico”, aseguró. Poco después formuló que en muchas oportunidades “las personas eligen y no todos quieren un niño con determinadas características”. Certificó que los menores cargan en sus espaldas impactantes historias de vida y que algunos padres no están dispuestos a sobrellevar esa realidad, por lo cual, la gran mayoría se inclina a la espera de recién nacidos. “Así como hay personas que demuestran una profunda vocación y no les importa si la criatura está enferma, si tiene alguna discapacidad; para otros es determinante”, culminó el letrado sin antes agregar que la existencia de demoras judiciales es certera, pero que “los verdaderos obstáculos no son asentados desde lo jurisdiccional”.

Con respecto a la imposibilidad de adopción de aquellos niños que mantienen un vínculo minúsculo con su familia de origen, Tierra sostuvo que se trata de “padres virtuales” que abandonan a sus hijos con sutileza. Afirmó que el concepto de padre lleva a pensar, no en la relaciones de parentesco, sino en la persona que se hace cargo de la crianza del niño. “Es a ellos a quien debe darse el título de la paternidad, además de jerarquizar ese rol”, afirmó sin titubeos.


El verdadero enemigo

La participación gubernamental respecto de los derechos del niño implica una vacante muy difícil de asimilar. La mirada gris de la inocencia se desvanece agotada ante una situación que exaspera, la inacción de un Estado ausente, siempre torpe al momento de responder a las exigencias sociales. Según la Fundación Adoptar, originaria de la provincia de Tucumán, la ley que regula el instituto jurídico de la adopción en la República Argentina, sólo justifica el 25 por ciento de las entregas totales de bebés, las que se efectúan desde el ámbito legal. Pero, ¿qué sucede con el 75 por ciento restante? Este fatídico margen inalcanzable, fiel a las convicciones corruptas de quienes lucran con la vida de los otros, se constituye en circulaciones, maniobras y especulaciones utilizadas por las llamadas “fábricas de bebés”. Representantes de la organización, aseguraron que en el país se han instalado al menos tres de estas industrias, donde el principal bien a comercializar, son los seres humanos.

 Entre los servicios ofrecidos, se posibilita la ubicación privada de niños en diferentes familias con el único objetivo de desempeñarse como hijos. Es allí donde dejan de ser personas para convertirse en una simple mercancía, perfecta demanda a ser consumida también en Europa donde se cotiza con un valor superior a los 80 mil euros. Imposible es olvidar, sin embargo, una consecuencia aún más aterradora para los hijos de la impunidad. Son aquellos que por distintas razones deben ser ubicados en empresas todavía más redituables, principales protagonistas de pesadillas repugnadas: pornografía infantil, prostitución, explotación laboral; e incluso algo tan cierto como atroz, la utilización de sus cuerpos desprotegidos para el traslado de estupefacientes. He aquí la muestra aberrante que permite explicar, de manera contundente, por qué el número de niños en los Juzgados, se reduce con el paso de los días.

No existe la forma de pronunciar las palabras precisas al momento de describir la brutalidad de una temática cargada de conveniencias, de egoísmo en el sentido más pleno de la palabra. Padres irresponsables que corrompen la libertad de sus hijos, libertad de la que no pueden o no quieren hacerse cargo, libertad perfecta para ser estimada y garantizada por otros. Chicos que dejan de ser chicos para convertirse en hombres, retenidos bajo las sábanas frías de un hogar donde mamá y papá no están, no existen. Seres sin referente, que salen a la luz tras 18 años de cautiverio, después de haber perdido toda posibilidad de tener en su vida un ejemplo a quien imitar. ¿Y qué es lo que les espera del otro lado de la verja? Un mundo voraz, que tampoco invirtió en avalar el futuro de los desprotegidos.

 Hoy son más de 130 los niños que habitan el Hogar del Huérfano de Rosario y cerca de cuarenta de ellos tienen menos de dos años (apenas un dos por ciento del total logra ser adoptado o volver a casa). Las guardas transitorias de niños recién nacidos, que no deben ser superiores a los seis meses, duran más de dos años sin que se tome una determinación definitiva sobre la vida de esa persona; la conclusión es un desgaste emocional absoluto, tanto para el niño como para sus cuidadores. Es éste el puntapié esencial que marca el comienzo de una nueva pelea, una hermosa ilusión que se enaltece ante la máscara indigna de la realidad de los abusos. Se trata de la acción más noble para la vida de todo ser humano, el deseo más profundo, el amor incalculable; son las lágrimas derramadas en una disputa que se renueva, es dar todo… por ser padres.

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