domingo, 7 de abril de 2013

La pelota no se mancha


“Ahí la tiene Maradona, le marcan dos. Pisa la pelota Maradona. Arranca por la derecha, el genio del futbol mundial. Puede tocar para Burruchaga, siempre Maradona. Genio, genio, genio. Tá tá tá... ¡Goooooool! ¡Gooooooo! ¡Quiero llorar, Dios Santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golazooooooo! Diegooooooool! Maradona es para llorar, perdónenme. Maradona en recorrida memorable, en la jugada de todos los tiempos, ¡Barrilete cósmico!...

¿De qué planeta viniste?, nos preguntamos todos. ¿Y de qué planeta vino un deporte capaz de movilizar a las masas hasta las lágrimas? No hay palabras para conjugar una respuesta válida a la hora de describir ese ‘algo’ que tiene el fútbol, que nos eriza la piel, no hay manera de explicarlo. Y en este contexto de pasión indescriptible todo límite desaparece, incluso, cuando los protagonistas son los niños.

Lamentable pero cierto es que la  violencia se apodera de muchos de los ámbitos donde transcurre nuestra vida. La casa, la calle, la escuela, la cancha. En el fútbol infantil los gritos de la violencia son cada vez más audibles y lo que preocupa y molesta, es que resurge partido tras partido, de formas y magnitudes diferentes.

Sergio Demarco entiende bien de qué se trata. Es Director técnico desde siempre, además de apasionado por la pelota: “En mi experiencia como técnico del fútbol infantil, observo casos de violencia todo el tiempo y considero que los principales causantes son los padres”, sentenció sin titubeos. Según explicó, las frustraciones del adulto parecen aflorar en el campo de juego, donde se presiona a los menores cual si fueran jugadores de primera.

Y ante este tipo de situaciones, quienes sufren son los chicos. Muy lejos de experimentar una actividad deportiva social e integradora, se paralizan ante la voz autoritaria de padres inescrupulosos que menosprecian a sus propios hijos, cegados por el deseo de ganar. Al respecto, Demarco manifestó que “los chicos no saben si hacerle caso a los técnicos que están encargados de cada grupo o a sus padres”, eso sin mencionar que la diversión propia del juego, es destruida por completo.

Por su parte, el secretario general de la Asociación Rosarina de Fútbol, Mario D’Ascanio, destacó que las denuncias por hechos de violencia física, mermaron con relación a años anteriores y explicó que, de un promedio de 500 partidos por fin de semana, las ocasiones que culminan con golpes de puño, son contadas con los dedos de la mano. No obstante, dijo que “la lucha es siempre con los padres”.

“El progenitor tiene que entender que un chico que juega al futbol infantil, no está jugando en la primera división. Muchos se hacen esa imagen de la criatura y se ilusionan. Además cuando leen de las transferencias, lo que gana uno, lo que gana el otro, se desesperan. Creen que sus hijos ya están capacitados para jugar en la A de algún club reconocido, cuando en realidad tienen entre 8 y diez años”, expresó con cierto aire de necesidad en sus palabras.

La pregunta, entonces, está dirigida a vos. Vos que sos el padre de un pibe que sueña con jugar como Messi o Maradona. Vos que lo observas divertirse como nunca cada vez que sus piernas torpes intentan gambetear una pelota. Vos que sabes cuán lindo puede ser, qué tanto lo pueden disfrutar. Entonces… ¿por qué peleas? ¿Por qué gritás? ¿Nunca te preguntaste que tan profundo es el daño que podes causarle a tu hijo?

Victor Welsh es psicólogo deportivo y su profesión lo mantiene en contacto permanente con situaciones de maltrato psicológico de padres a pequeños futbolistas. Sus palabras estremecen: “El tipo de violencia que más daño causa, es ésta forma que tienen los adultos de tratar a los chicos cuando están adentro de la cancha. Quizás no se dan cuenta, pero cuando los sobre exigen o cuestionan como jugadores, los dejan marcados, no sólo dentro del ámbito deportivo, sino en el resto de su vida”.

En este sentido y como adultos responsables, debemos repensar nuestras actitudes frente a los niños, porque como bien dijo alguna vez Paulo Coelho: “El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión”. Tal es así, que las palabras emitidas por Welsh a continuación, terminan por completar una realidad tan penosa como cierta: “Cuando crecen, los chicos se tornan violentos y no porque ellos lo sean, sino que en su afán de apoyar a sus padres y de imitarlos, también agreden”.

Problemas de baja autoestima, miedo de jugar a la pelota, llanto desconsolado y una necesidad imperiosa de que el padre no presencie el partido, son algunas de las marcas que la violencia perpetúa en los menores. Se trata de situaciones sumamente traumáticas para un chico que, finalmente, desiste en su anhelo de hacer deportes. Concientizarnos y concientizar a los demás es la mejor alternativa, por eso, para que el fútbol siga siendo nuestra pasión, ‘la pasión argentina’, antes de gritarle ¡pensá!… hacelo por él.

¡Sonó el silbato!

En el fútbol infantil, quien tiene la patria potestad de detener el partido en el momento que considera oportuno, es el árbitro. Su función dentro de la cancha es fundamental, no sólo por las razones obvias que lo vuelven necesario para el desarrollo del juego, sino para evitar consecuencias no gratas, ante la actitud de una persona peligrosa dentro o fuera de la cancha.

El réferi es un continuo educador. Incansable, debe correr a la par del jugador, premiando su destreza y sancionando actitudes antideportivas y faltas que empobrecen el pleno proceso del partido. Sin embargo, es una persona. “Puede equivocarse de la misma manera que se equivoca un chico cuando tira la pelota afuera, como se equivoca el arquero cuando le convierten un gol porque salió demasiado. Ahora, si porque se equivoca lo vamos a insultar o amenazar estamos perdidos”, fueron las palabras que D’Ascanio pronunció poco antes de finalizada nuestra entrevista.

Minutos después, concluyó al resaltar que en la labor del arbitraje existen situaciones que quedan a criterio del juez del partido y “los criterios varían de una persona a otra”. Por esto, y en pos de construir una sociedad donde el deporte sea la clave para fortalecer el respeto: antes de cuestionar, sepamos comprender.    

ORIGINAL: https://www.facebook.com/LaVozDeLosVecinos?fref=ts

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