La cultura occidental se caracteriza por cumplir con una serie de
ritos funerarios que, sostenidos en el tiempo, tienen la finalidad de preservar
el equilibrio individual y social de los vivos. Los velatorios, la conservación
del luto y el tiempo de duelo, constituyen
el momento previo a la despedida definitiva acontecida en el cementerio.
Y es en ese espacio particular, donde cientos de trabajadores coexisten a
diario con la sombra de la muerte. ¿Qué sienten al respecto? ¿Cuáles son sus
experiencias laborales y cómo influye la actividad en su inserción social?
De acuerdo a un informe propiciado por Patricia Inmaculado,
Subdirectora de Crematorio del cementerio ´La Piedad´, los difuntos han sido
transformados por el común de la gente, en seres ajenos a la vida cotidiana.
Forman parte de una dimensión lejana y extraña que se contrapone con la vida y
que tiene por consecuencia la angustia incontenible, acompañada de frustración
y temor a lo desconocido. En este contexto, los cementerios son percibidos como
lugares cerrados, lúgubres y en el imaginario de la sociedad su existencia
pierde valor, por lo que la discriminación recae sobre los trabajadores de los
mismos.
La dificultad que
afrontan los trabajadores de los cementerios, al momento de insertarse en los
diferentes ámbitos sociales, se ve reflejada en el hacer de todos los días.
Según el documento, quienes se vinculan laboralmente con el cementerio, atraviesan
situaciones similares en varios aspectos de sus vidas. En reuniones sociales,
por ejemplo, raramente invocan al cementerio como lugar de trabajo, a fin de
evitar bromas y expresiones no agradables al respecto. A esto se suman las
preguntas constantes sobre qué tareas desempeñan y el hecho de ser los primeros
receptores de todas las angustias y temores de familiares y allegados al
fallecido.
Por si ello
fuera poco, sus familias también se ven afectadas por una sociedad que no
concibe como natural, algo tan propio de la vida, como es la muerte. Las
esposas de muchos de los hombres del cementerio, se limitan a describir a sus
maridos como meros servidores municipales y los hijos sufren a diario,
comentarios de mal gusto por parte de sus compañeros.
Muy a pesar
de esto, los contra que puede presentar una realidad laboral por el estilo, se
contraponen con frecuencia a un lado positivo que dota a los empleados de
cementerios, de una sensibilidad particular. “Es como cualquier otra
repartición, nada más que se trabaja con el sentimiento”, fueron las palabras
del Director de ´La Piedad´, Juan Valiente. El directivo explicó que los
empleados deben resguardar el final de la vida y ello implica “saber tratar a
la gente y ponerse en el lugar de dolor en el que se encuentran”.
En dialogo
con ‘La Voz de los Vecinos’, la
autoridad enunció que trata siempre de “hacer una coraza” para que sus
sentimientos no interfieran en sus responsabilidades. Manifestó que la mayoría
de los trabajadores, tienen familia sepultada en el lugar y que las leyes son
muy frías ante cuestiones como la falta de pago, de tasa o de arrendamiento. En
esos casos, el desalojo es inevitable y según Valiente, explicar a los
familiares el porqué de la acción es muy difícil. “A veces veo a la gente de
lejos y es como si yo fuera uno más, que lleva flores para los cumpleaños, para
el día del padre o de la madre. Es un ida y vuelta, donde todos hacemos lo
mismo porque también tenemos familiares sepultados”, expresó como suspirando lo
inentendible.
Respecto del trato con los familiares y contribuyentes, Valiente expresó que en ocasiones, la gente inmersa en el sufrimiento plantea exigencias irreales: “En esos momentos uno tiene que escuchar a las personas sin discutir, sin llevarles la contra, porque las sacas de su eje y cuando llegan acá están muy dolidas”, reveló. Poco después, agregó que ´La Piedad’ tiene un solar de 700 sepulturas para angelitos (niños) y que lo peor del proceso recae sobre los sepultureros, ya que el resto de los trabajadores se adapta a la tarea diaria con mayor facilidad.
Respecto del trato con los familiares y contribuyentes, Valiente expresó que en ocasiones, la gente inmersa en el sufrimiento plantea exigencias irreales: “En esos momentos uno tiene que escuchar a las personas sin discutir, sin llevarles la contra, porque las sacas de su eje y cuando llegan acá están muy dolidas”, reveló. Poco después, agregó que ´La Piedad’ tiene un solar de 700 sepulturas para angelitos (niños) y que lo peor del proceso recae sobre los sepultureros, ya que el resto de los trabajadores se adapta a la tarea diaria con mayor facilidad.
Historias
sin sepultura
Eduardo
Visconti trabaja como sepulturero de ‘La Piedad’ hace 24 años y es dueño de una
memoria cargada de historias. Llegó a estas tierras sagradas allá por 1986 y si bien reconoció que al
principio le fue difícil adaptarse, el tiempo le enseñó a formar parte de un
lugar que él describe como “oscuro, pero tenebroso únicamente para quienes
tienen miedo”.
La tarea del
enterrador no es nada sencilla. Debe ocuparse de inhumaciones, traslados,
entierros y exhumaciones si el deceso es consecuencia de un homicidio. “Cuando
se produce una muerte violenta, hay que esperar hasta que el juez dictamine la
exhumación y la autopsia y uno está en contacto permanente con el cuerpo”,
explicó Visconti con certera experiencia. Para él setrata de un trabajo como cualquier otro, forma parte de su identidad
y es una realidad que ha procesado e incorporado naturalmente. Para el personal
más reciente, se torna sumamente complicado.
‘La Piedad ´cuenta con dos cuadrillas de sepultureros que rotan entre los turnos de la mañana y de la tarde. Visconti es uno de los empleados de mayor antigüedad y según explicó, la urgencia y la necesidad “te llevan a tomar a fierro caliente lo que sea”. Respecto de la postura de su familia, dijo que lo entienden como cualquier otro cargo municipal y agregó: “Si lo ven bien a uno la familia también está bien”. Sin embargo, no evitó recordar entre risas, los chistes típicos que lo vuelven protagonista en las reuniones familiares: “Cuidado que éste prepara todo y te lleva”, suelen decirle sus amigos.
‘La Piedad ´cuenta con dos cuadrillas de sepultureros que rotan entre los turnos de la mañana y de la tarde. Visconti es uno de los empleados de mayor antigüedad y según explicó, la urgencia y la necesidad “te llevan a tomar a fierro caliente lo que sea”. Respecto de la postura de su familia, dijo que lo entienden como cualquier otro cargo municipal y agregó: “Si lo ven bien a uno la familia también está bien”. Sin embargo, no evitó recordar entre risas, los chistes típicos que lo vuelven protagonista en las reuniones familiares: “Cuidado que éste prepara todo y te lleva”, suelen decirle sus amigos.
El
cementerio se configura así, como un lugar místico, sede de almas que según la
creencia popular, descansan sólo si sus asuntos en vida fueron resueltos. De lo
contrario, vagan en busca de consuelo. Ante el terror que muchos asumen, les
produce el cementerio, Visconti enunció que “las personas temen porque están en
deuda con alguien” y explicó son numerosos los restos que nunca son visitados.
“Hoy los que más asisten son las personas grandes, porque todo evoluciona. Por
eso también se está usando mucho más el crematorio que simplifica mucho la
situación”, aseguró.
Sobre robos y hurtos
La
problemática de los robos y hurtos acontecidos en ‘La Piedad’, generó debates
interminables respecto de la necesidad de que se tomen cartas en el asunto. En
este contexto, tanto el director del establecimiento, como los empleados,
señalaron la incorporación de personal de seguridad privada, además de la presencia
policial continua en ambos turnos. A esto, se suman la figura de un efectivo
policial que custodia durante la noche y la instalación de cinco cámaras de
seguridad que monitorean el cementerio las 24 horas del día.
Tal es
así, que ante una situación que arremete contra la sociedad tanto a nivel local
como nacional y frente a las exigencias de familiares e interesados, desde ‘La
Piedad’ se llevan adelante todas las medidas a su alcance. Según explicó
Visconti a ’La Voz de los Vecinos’, se encuentra a disposición del usuario un
libro de quejas donde pueden asentarse todos los reclamos y disconformidades. A
posteriori, la nota firmada es elevada a la dirección general que trata de
apuntar a una solución definitiva.
“La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y
nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y
definitivamente”… François
Mauriac, escritor francés (1905 – 1970)
NOTA ORIGINAL: https://www.facebook.com/LaVozDeLosVecinos?ref=hl
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