lunes, 9 de marzo de 2015

Un poco de locura entre tanta cordura

ENTREVISTA A GUILLERMO MARTÍNEZ

En el marco del ciclo de conferencias Primavera Planeta en Rosario, el escritor y matemático bahiense presentó una obra donde compila cuentos que oscilan entre la razón y lo siniestro. Con un particular tono pesadillesco y una mirada que invita ver más allá de lo normal, el literato habló en detalle sobre su nuevo libro.



Nacido en Bahía Blanca allá por el ’62, supo que sería escritor mucho antes de convertirse en matemático. Guillermo Martínez desarrolló una manera de escribir exquisita y particular, orientada a la creación de mundos donde la demencia circunscribe los límites y el olor a raro penetra en las narices de un lector que elige sumergirse en la incomodidad de la palabra.

Una felicidad repulsiva es su último trabajo y el retorno al universo del cuento, tras recorrer un largo camino de la mano del ensayo y la novela. En el Gran Salón de la Plataforma Lavardén y en el marco del ciclo de conferencias Primavera Planeta en Rosario, Martínez presentó su obra, y en entrevista exclusiva con La Voz de los Vecinos, explicó algunos de los aspectos que hacen a una serie de historias maravillosas…      

En su obra conviven la demencia y la razón, la cordura y lo siniestro. ¿Cómo nacen en usted estas temáticas? ¿Y por qué elige este clima de perturbador, incómodo y extraño?

En realidad, lo más difícil para un escritor es saber de dónde vienen los temas. No es algo que yo, deliberadamente elija, se me van ocurriendo a lo largo del tiempo. En general, la parte más misteriosa del proceso de creación es cuando la idea surge, y se puede explicar casi todo a partir de ese momento. De esa primera idea imagino los personajes, la trama, el quiebre que convierte a una historia en un cuento.                                                                                                                          

Yo creo que si se mira a la realidad con cierto detenimiento, siempre hay algo que empieza a volverse extraño. Esas cosas que uno acepta como naturales, cuando se las mira por segunda vez, revelan un costado a veces siniestro o pesadillesco. Entonces, esa es la clase de literatura que a mí me interesa, una literatura que tiene un pie en la realidad pero que muestra las posibles variantes del horror. Es por eso que mis relatos parten de una situación familiar o cotidiana y en algún momento, ya sea por acentuación o escalamiento, llevan a mundos extraños.  

En su libro juega con temas como el sexo y la muerte…

Si, a tal punto que el título provisorio para este libro era “Los reinos de la posición horizontal”. Pero luego, a partir de la última nouvelle que escribí para cerrar el libro, entendí que el conjunto en su totalidad requería un título mucho más abarcativo y es por eso que elegí llamarlo “Una felicidad repulsiva”; que también alude un poco a lo que pasa en el libro. Son situaciones cotidianas y banales que en un momento muestran ese costado tremendo.

¿Por qué crees que al ser humano le atraen tanto los temas tabú?
                
Hace poco leí un libro que trata justamente sobre la pasión erótica y sus representaciones a lo largo de la historia de la humanidad. Desde el principio de los tiempos hubo un movimiento de represión alrededor de lo sexual, que tuvo que ver con la cuestión económica, la organización familiar y la tendencia a la familia monógama. Su mayor expresión se observa en la figura de la Iglesia como persecutora del pecado y considerando al deseo como demoníaco. El libro menciona incluso, que el primer pecado capital no era la soberbia, como es en la actualidad, sino la lujuria.
                
Hubo siempre una sublimación del deseo sexual en lo amoroso. Por eso las novelas de amor galante, el tratamiento de la alta literatura y el erotismo de antesala; expresiones que no trataban al hecho sexual en concreto. El sexo quedó, para su representación, en manos de los sátiros, del baño público, de los garabatos de Pompeya y fue encontrando de a poco la palabra. Pero tardó mucho en expresarse libremente. Esa tensión se quebró en el siglo XX y se fue al extremo. En este contexto, es muy interesante para mí tocar un tema que es sumamente importante en la historia, pero que siempre estuvo bajo un manto de represión. En mis cuentos afloran esos mundos reprimidos.

La figura de la madre, sobrevive en muchos de los cuentos que componen este libro. ¿Podría decir que realiza una especie de crítica hacia los errores maternos? ¿Y respecto de las estructuras familiares en sí?
   
No exactamente, uno de los personajes es una madre que sufre una crisis que es típica de las madres primerizas. La psicología determina tres temas que pueden ser traumáticos en la vida: la pérdida de un ser querido, un divorcio y tener un hijo.

Tener un hijo no es algo natural como se plantea: llevar un niño en las entrañas que se parece a uno y que luego va a andar suelto por la vida. Esta ciencia describe perfectamente los dos casos posibles de la maternidad, el rechazo o La sobreprotección. En esta última se da un intento por volver a la persona al útero y es eso lo que exploto en el cuento. Nunca se dice que la madre está psicotizada por el parto, pero  cualquier entendido descubre en la historia los síntomas propios. En el caso de “Una madre protectora” la novela gira en torno a eso, lo horrorosa que puede ser una madre en esa situación. 

En una de sus canciones Charly García dice, "la locura es poder ver más allá". Sus cuentos obligan al lector a ir más lejos, ¿hay que estar un poco loco para escribir?
                
Bueno, a mí me gusta cierto grado de la esquizofrenia, las personalidades múltiples, y algo de eso traté de expresar en este libro. Que hay miradas diferentes, registros variados y que la esquizofrenia tiene como lado positivo, el poder sentirse varias personas a la vez. Incluso en mi caso, yo escribo mucho desde la primera persona, pero los personajes son muy diferentes entre sí. Cada uno es como una máscara o un avatar.

Y en realidad uno anda por la vida siendo un poco esquizofrénico. En el trabajo se tiene un modo, con los amigos otro y creo que está bueno poder integrar eso a la escritura. Hay autores que son siempre ellos mismos y eso se percibe. Yo apelo a que los cuentos sean diferentes entre sí, y en ese sentido, creo que cierto grado de locura está bien.

Remite en su obra a cuestiones de índole política, como la figura de León Trotsky, el comunismo y la típica familia burguesa. ¿Cuál sería para usted el sistema político perfecto? Y esa perfección, ¿puede ser puramente real u obligadamente fantástico?

Para mí, cualquier sistema político tiene que llevar esa necesidad de las personas de transformar continuamente. No creo en la posibilidad de pensar, como una especie de diseño externo, cuál es el mejor sistema para un país. El país tiene que querer ese sistema. Para mí, debe  ser aquel que, como en una familia, se proteja a los más indefensos. Dentro de ese marco general la función del Estado es regular las fuerzas sociales a fin de que los más débiles tengan las mismas chances que el resto. Esto me parece fundamental y en ese sentido me sigo considerando de izquierda, pero es una izquierda muy amplia y la igualdad de oportunidades se puede lograr de muchas maneras. El Estado debe velar por los más necesitados y creo que cuánto se destina a esos sectores, es la gran discusión.

La segunda cuestión es que haya una participación de la gente también, es decir, que los sectores marginados tengan canales de participación y logren por sí mismos salir de esa situación. Eso tiene mucho que ver con la educación. Yo considero que la educación debería ser, como en otras épocas, libre, gratuita y verdaderamente obligatoria. Porque ése es el gran déficit de la actualidad. 

Además de escritor, es usted matemático, dos realidades bastante opuestas…

Bueno, en realidad no es tan extraño, si uno mira el mundo de la literatura no son tan incompatibles. Dentro de la matemática hay un montón de cuestiones relativas a la imaginación, que la gente desconoce. Quien demuestra un teorema tiene que tener una imaginación e inventiva que termina siendo muy similar a la ficción, porque también un teorema es la creación de una ficción consistente.
               
Yo fui escritor desde mucho antes de ser matemático, la matemática fue casi un accidente en mi vida. Terminé mi primer libro a los 19 años, cuando todavía no había decidido dedicarme a la matemática y nunca sentí que fueran opuestos. Fue una profesión en la que me desempeñé durante mucho tiempo y que me dio ámbitos, personajes y experiencia de vida.

¿Existe la familia plenamente feliz?

Bueno, no lo descarto como un caso extremo de la estadística. Como existen los matrimonios de cincuenta años y las personas que viven ciento cuatro años y pueden comprobar la garantía del magiclick, también puede existir una familia plenamente feliz.
     
En mi cuento se expone como algo que existe, pero tan lejos que nunca lo conoceremos, como los habitantes de otro planeta. De cualquier manera, creo que vivir en un estado de felicidad perfecta sería muy aburrido. La fricción con la vida siempre tiene sus problemas, pero tiene también su gracia y revela profundidades que la felicidad perfecta no permitiría. En general, uno ve que las personas que tienen despreocupaciones económicas, que han nacido en familias muy protegidas y nunca se han expuesto a la vida, se perciben un poco planas, como que algo les falta. Tendríamos que preguntarse si en realidad queremos una felicidad eterna e imperturbable, como la que describo en el cuento. 

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