El mítico cine rosarino fue sede para el estreno de Errata, la ópera prima del director cinematográfico Iván Vescovo. La propuesta se caracteriza por combinar la realidad con la ficción y La Vos de los Vecinos estuvo ahí, para dialogar con su protagonista
Cuando una producción artística trasciende la
simple realización para convertirse en una propuesta atravesada por la pasión
de quienes aman lo que hacen, abandona en ese instante toda estructura
conceptual generalizada, para transformarse, indefectiblemente, en cultura.
Errata es justamente eso. Una película, sí, pero también el sueño de un joven
director que derrumbó los cánones del sistema comercial, para llegar a la
pantalla grande de la mano de un cine totalmente independiente (con todo y los
obstáculos que ello implica). Porque Iván Vescovo, con sus escasos 25, pudo
concretar una ópera prima sacudida por la traición, perfumada por el amor y
coronada por la locura.
Espléndido hijo del arte nacional, el film es
también la muestra ferviente de cuanta grandeza se esconde en el alma de los
intérpretes. Figuras poco menos conocidas, encarnan y dan vida a protagonistas
principales, agobiados por la decepción, lo fantástico y el misterio. En
contraposición a ellos, en papeles secundarios tan enormes como su talento,
artistas como Boy Olmi, Arturo Goetz y Federico D’Elía, abrillantan los matices
blancos y negros de la obra, sin opacar ni por un segundo al resto del elenco.
La historia tiene su origen en una gris
ciudad de Buenos Aires donde, bajo la categoría de película de género, florece
un amor ideal entre Ulises y Alma. Él, un fotógrafo abatido por la ruptura
reciente de una relación; ella, la luz preciosa que ilumina su oscuridad.
Idealizada por su hombre como pocas, la mujer desaparece un día repentinamente,
sin dejar rastro alguno y sumiendo a Ulises en un embrollo de impotencia y
desesperación. Es aquí donde comienza la búsqueda implacable de un ser que,
entre sueños y recuerdos quebradizos, entremezcla el presente con el pasado,
siempre en pos de configurar un rompecabezas que lo haga dar con el paradero de
su amada.
En el medio, un libro de Jorge Luis Borges es
la excusa perfecta para que los hechos se desarrollen de manera trágica. El
jardín de los senderos que se bifurcan, impreso con una errata que lo
hace invaluable, es la obsesión de Ulises y la única forma que encuentra para
salvaguardar la vida de Alma... ¿o no? El drama se apodera entonces
de un relato que no deja de ser un policíal de características clásicas, pero que es también una historia de amor. Un relato
con un ápice de novedad, frescura y rebeldía, inherente a un director cuya
formación se condice con lo propio de esta época. Lo antiguo y lo actual se
juntan y el resultado es exquisito.
Las
decisiones del protagonista dejan de ser propias para entenderse como implantadas.
La duda está sembrada. ¿Dónde está la salida de este extraño laberinto? Es difícil seguir el hilo conductor de un
film que no por complejo deja de ser interesante, pero vale la pena hacer el
esfuerzo. Para entender más, sólo tenés que verla.
Y este sendero vertiginoso para la creación
de la cultura, siempre se necesita de una sede. Un espacio lo suficientemente
icónico como para albergar producciones artísticas de índole diferente. Un
espacio cultural que sea identidad, inclusión, diversidad, expresión y
sentimiento. En Rosario, la casa central de nuestras películas argentinas, de ficciones
y documentales rodados con sudor y
sangre, contra viento y marea, se vislumbra en el cine El Cairo. Decimos que es
un pedazo de historia recuperada, porque resucitó de entre las sombras para
ofrecer mucha más luz, cámara y acción.
Se trata de un cine público que tiene un
enorme compromiso con el ciudadano local. No estrena meras películas
comerciales, porque elije ir más allá. Con un total de 400 butacas, engalana la
ciudad de jueves a domingos: ciclos de cine norteamericano, francés, de
Inglaterra y demás países de Europa; charlas y presentaciones a cargo de
realizadores; actores y actrices invitados; cine gratuito los domingos.
Fernanda, del área de prensa y
comunicación, lo resume con orgullo: “Se nos llena la sala y siempre nos
terminan quedando personas afuera”.
De la mano de autoridades
provinciales, El Cairo pergeña durante el año, una programación rica en
intercambio cultural, tejiendo lazos que permiten una oferta innovadora e
imposible de igualar por los cines comerciales. “Nuestro orgullo es cuando nos
damos cuenta de que las diversas distribuidoras independientes argentinas y los
propios realizadores, desean estrenar sus obras acá, en nuestro cine”, expresó
Fernanda. Y es evidente que, para que un film como Errata termine de cobrar sentido,
su lugar en Rosario es este.
¿Dónde está Alma? es el primer interrogante
de Ulises… ¿quién es Alma?, se preguntará después. Tal vez porque esa dama
misteriosa, de fragilidad extrema y mirada franca, no es en realidad lo que
aparenta ser. Quizás arrastra más secretos que verdades y tal vez Ulises
encuentre la llave para desocultarlos, escarbando en el tiempo, viajando a
través de él. Mediante un torbellino literario, aspirando con convicción a la
escena policial, de elegante calidad estética incluso cuando los rescursos
fueron escasos y los tiempos demasiado cortos. Errata es el principio para un realizador
que promete, sólo queda por delante, develar el enigma…
"¿Quién es
Alma verdaderamente? No
sé si eso se llega a descubrir. Ella es una especie de cebolla a la que le van
sacando capas y capas y capas… es casi imposible de descubrir y desentramar". -Guadalupe
Docampo
A los ojos de Alma
“El rodaje de la película duró un año y es
por eso que tanto el tipo de película como la propuesta, sólo fueron posibles
después de tener motivado a un equipo entero de veinte, veinticinco personas,
durante un año”. La voz de Guadalupe Docampo se escucha suave en medio del
bullicio producto del estreno, en su mirada se leen la gratificación y el
alivio de quien se siente realizado, pero también orgulloso de los resultados
obtenidos. Y no es para menos, la fila del mítico cine se engrosa y alarga al
compás de los minutos, a la espera de una proyección que más tarde será
aplaudida de pie. Ella es Alma, la mujer fatal de la película.
“La
propuesta e Iván lo consiguieron. Por eso la película logró contar con la participación
de actores con mucha trayectoria, que se acercaron a un proyecto así, tan a
pulmón, tan pequeño en el sentido de la producción. Porque la película tiene un
montón de locaciones, giros en el guión, que hacen que sea una película
gigante, pero de producción es pequeña. A este tipo de proyectos hay ponerle
todo el talento, el amor y la paciencia”. Y la realidad es esa, Errata es
consecuencia de una seguidilla de escenas, rodadas las primeras en marzo y las
siguientes quizá en diciembre. Los procesos siempre son más lentos para el
productor independiente y esto requiere, por parte del equipo, de un compromiso
todavía más grande.
Los beneficios, sin embargo, son también de
ese tamaño: “La prolongación del tiempo permite al actor incorporar cosas que
en un proyecto más contenido, de sólo cinco semanas, no puede. Desde la pasión
a la hora de hacerlo, hasta la interpretación. La caracterización del personaje
es mucho más jugosa en un rodaje de un año de duración. Esto es lo que vuelve a
la película una propuesta atrapante y única”.
Respecto del clima fantástico planteado por
Vescovo, Guadalupe sostuvo que el cine argentino alcanzó su apogeo de la mano
del realismo y la veracidad escénica. En este sentido, dijo sentirse atraída
por un modelo de película que “incentiva a probar cosas nuevas”. Y agregó: “A
nivel actuación, el lenguaje y el registro de este film no es nada realista. En
este contexto, los actores queríamos apuntar al artificio, a lo imaginario. Además,
como es una película de género, nos queríamos animar a hacer gestos y caras
mucho más subidas, a interpretar de manera diferente”.
Y sus
proezas en cuanto a la actuación, no pasaron desapercibidas…
Guadalupe,
¿qué es actuar para vos? Por un
lado es como jugar, jugar a ser otro y a que la historia es tu realidad.
Pero con la particularidad de que, cada
vez que jugás, ese juego te cambia un
poco la vida y aprendés algo nuevo. Implica tanto de la vida que termina siendo
enserio. Actuar es encontrar un lugar donde existen muchas posibilidades de
experimentar y reflexionar sobre uno mismo, pero también sobre los mundos que,
jugando, uno empieza a habitar.
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